Día 5

poema de ADelante

Daniela, a sus 16 años, era una una chica normal, como otras de su edad, gastaba buena parte de su tiempo en banalidades, miraba a los jóvenes del pueblo con las intenciones que a su edad provocaban los cambios hormonales que pasaban en su cuerpo y cumplía limitadamente con sus deberes educativos, en resumen era la chica que debía ser a su edad. Ya el recuerdo de su difunto padre quedaba más bien como un recuerdo saludable, él la amó tanto que no tenía rencores ni dolor solo echaba de menos como la consentía en todo y la cuidaba como un tesoro, la propiedad y la casa en que vivían estaba a su nombre y pasaría a ser suya cuando su madre ya no estuviera, esto le provocaba cierto sentido de pertenencia aunado a que su madre era una mujer que vivía ensimismada en su trabajo, poco le preocupaba su entorno ya que era una mujer metódica, en este área, Daniela, tenía cierto abandono.

En una mañana en la época de lluvias en que amaneció haciendo un brillante sol, Daniela salió al jardín, caminó entre las rosas, y recorrió la propiedad como haciendo un recuento de sus posiciones, de alguna manera la fuente le recordó a su padre, esa fuente existía desde que ella tubo uso de razón, era una pequeña gruta en un montículo que se elevaba al estremo de la propiedad y de él salía un caño hecho de piedras de colores que terminaba en una pequeña poza dónde estaba la bomba que llevaría nuevamente el agua al interior de la gruta donde volvería a salir así parecia como si el agua brotará de la gruta, Daniela recordaba que ella llego a ver esta fuente funcionando. Ese día decidió explorar el sistema, sin ningún conocimiento con la esperanza de que este tuviera alguna avería simple y poder ponerlo a funcionar, fue por una linterna y revisó el interior de la gruta, había una caja de metal, se veía dorada pero tenía coloración verdosa, ella, crellendo que era parte del sistema lo tomó con la esperanza de que ahí estuvieran algunos cables dañados, comenzó a extraer con cuidado el dispositivo para no empeorar alguna situación pero no habían cables, lo sacó hata el exterior, era una caja metálica de bronce, la abrió y dentro estaba un sobre que decía: Para Daniela Amoretti, entregar por favor, no sabía que sentimiento tenía, recordó que estás letras le eran conocidas y como en una búsqueda de su vida entera ubicó uno de sus cuadernos de sexto grado dónde su padre había escrito de la misma manera Daniela Amoretti, abrió temblorosa el sobre y ya húmedos sus ojos, y sacó una carta que decía en Italiano, idioma que ella manejaba a la perfección, ya que su padre siendo italiano le hablaba solo en este idioma, aunque su lengua materna fuese otra, decía:
Hola hijita, cuando leas esta carta yo estaré muerto... Daniela limpio sus lágrimas que le impedían leer... no se que edad tendrás pero sé que cuando reparen la fuente que tanto te gusta la encontrarán aquí, estos años yo la he mantenido funcionando pero cuando falte dejara de hacerlo. No quiero preocupar a tu madre ni a tí pero tengo un cáncer terminal. Así que me despido de esta manera, ¡no sabes cuánto te amó! Cambiaría mi vida por ver tus ojos azules mirándome mientras tu cabello de oro se mueve con el viento, eres mi razón de vivir y lo único que me llevo de este mundo, tu recuerdo y cuando esté donde Dios le pediré que me deje mirarte de vez en cuando, porque no sé vivir sin ti
Daniela solo pudo decir al concluir la carta: Papà caro anch'io ti amo

Es raro pero entre lágrimas y llantos no sintió tristeza solo abrazo la caja fuertemente y sintió el amor con el que partio su padre

Así es en la vida cristiana, en algún momento de la fuente no brota agua y debemos examinar y descubrir que el Espíritu Santo está ahí para amarnos y recibir ese amor, pero ante todo anhelar y procurar su presencia, si Daniela no hubiese encontrado la caja jamás hubiera sabido el grande amor de su padre

Día 5: Buscar la intimidad con el Espíritu Santo
Citas:
Oración:
Daniela, a sus 16 años, era una una chica normal, como otras de su edad, gastaba buena parte de su tiempo en banalidades, miraba a los jóvenes del pueblo con las intenciones que a su edad provocaban los cambios hormonales que pasaban en su cuerpo y cumplía limitadamente con sus deberes educativos, en resumen era la chica que debía ser a su edad. Ya el recuerdo de su difunto padre quedaba más bien como un recuerdo saludable, él la amó tanto que no tenía rencores ni dolor solo echaba de menos como la consentía en todo y la cuidaba como un tesoro, la propiedad y la casa en que vivían estaba a su nombre y pasaría a ser suya cuando su madre ya no estuviera, esto le provocaba cierto sentido de pertenencia aunado a que su madre era una mujer que vivía ensimismada en su trabajo, poco le preocupaba su entorno ya que era una mujer metódica, en este área, Daniela, tenía cierto abandono.

En una mañana en la época de lluvias en que amaneció haciendo un brillante sol, Daniela salió al jardín, caminó entre las rosas, y recorrió la propiedad como haciendo un recuento de sus posiciones, de alguna manera la fuente le recordó a su padre, esa fuente existía desde que ella tubo uso de razón, era una pequeña gruta en un montículo que se elevaba al estremo de la propiedad y de él salía un caño hecho de piedras de colores que terminaba en una pequeña poza dónde estaba la bomba que llevaría nuevamente el agua al interior de la gruta donde volvería a salir así parecia como si el agua brotará de la gruta, Daniela recordaba que ella llego a ver esta fuente funcionando. Ese día decidió explorar el sistema, sin ningún conocimiento con la esperanza de que este tuviera alguna avería simple y poder ponerlo a funcionar, fue por una linterna y revisó el interior de la gruta, había una caja de metal, se veía dorada pero tenía coloración verdosa, ella, crellendo que era parte del sistema lo tomó con la esperanza de que ahí estuvieran algunos cables dañados, comenzó a extraer con cuidado el dispositivo para no empeorar alguna situación pero no habían cables, lo sacó hata el exterior, era una caja metálica de bronce, la abrió y dentro estaba un sobre que decía: Para Daniela Amoretti, entregar por favor, no sabía que sentimiento tenía, recordó que estás letras le eran conocidas y como en una búsqueda de su vida entera ubicó uno de sus cuadernos de sexto grado dónde su padre había escrito de la misma manera Daniela Amoretti, abrió temblorosa el sobre y ya húmedos sus ojos, y sacó una carta que decía en Italiano, idioma que ella manejaba a la perfección, ya que su padre siendo italiano le hablaba solo en este idioma, aunque su lengua materna fuese otra, decía:
Hola hijita, cuando leas esta carta yo estaré muerto... Daniela limpio sus lágrimas que le impedían leer... no se que edad tendrás pero sé que cuando reparen la fuente que tanto te gusta la encontrarán aquí, estos años yo la he mantenido funcionando pero cuando falte dejara de hacerlo. No quiero preocupar a tu madre ni a tí pero tengo un cáncer terminal. Así que me despido de esta manera, ¡no sabes cuánto te amó! Cambiaría mi vida por ver tus ojos azules mirándome mientras tu cabello de oro se mueve con el viento, eres mi razón de vivir y lo único que me llevo de este mundo, tu recuerdo y cuando esté donde Dios le pediré que me deje mirarte de vez en cuando, porque no sé vivir sin ti
Daniela solo pudo decir al concluir la carta: Papà caro anch'io ti amo

Es raro pero entre lágrimas y llantos no sintió tristeza solo abrazo la caja fuertemente y sintió el amor con el que partio su padre

Así es en la vida cristiana, en algún momento de la fuente no brota agua y debemos examinar y descubrir que el Espíritu Santo está ahí para amarnos y recibir ese amor, pero ante todo anhelar y procurar su presencia, si Daniela no hubiese encontrado la caja jamás hubiera sabido el grande amor de su padre

Día 5: Buscar la intimidad con el Espíritu Santo
Citas:
Daniela, a sus 16 años, era una una chica normal, como otras de su edad, gastaba buena parte de su tiempo en banalidades, miraba a los jóvenes del pueblo con las intenciones que a su edad provocaban los cambios hormonales que pasaban en su cuerpo y cumplía limitadamente con sus deberes educativos, en resumen era la chica que debía ser a su edad. Ya el recuerdo de su difunto padre quedaba más bien como un recuerdo saludable, él la amó tanto que no tenía rencores ni dolor solo echaba de menos como la consentía en todo y la cuidaba como un tesoro, la propiedad y la casa en que vivían estaba a su nombre y pasaría a ser suya cuando su madre ya no estuviera, esto le provocaba cierto sentido de pertenencia aunado a que su madre era una mujer que vivía ensimismada en su trabajo, poco le preocupaba su entorno ya que era una mujer metódica, en este área, Daniela, tenía cierto abandono.

En una mañana en la época de lluvias en que amaneció haciendo un brillante sol, Daniela salió al jardín, caminó entre las rosas, y recorrió la propiedad como haciendo un recuento de sus posiciones, de alguna manera la fuente le recordó a su padre, esa fuente existía desde que ella tubo uso de razón, era una pequeña gruta en un montículo que se elevaba al estremo de la propiedad y de él salía un caño hecho de piedras de colores que terminaba en una pequeña poza dónde estaba la bomba que llevaría nuevamente el agua al interior de la gruta donde volvería a salir así parecia como si el agua brotará de la gruta, Daniela recordaba que ella llego a ver esta fuente funcionando. Ese día decidió explorar el sistema, sin ningún conocimiento con la esperanza de que este tuviera alguna avería simple y poder ponerlo a funcionar, fue por una linterna y revisó el interior de la gruta, había una caja de metal, se veía dorada pero tenía coloración verdosa, ella, crellendo que era parte del sistema lo tomó con la esperanza de que ahí estuvieran algunos cables dañados, comenzó a extraer con cuidado el dispositivo para no empeorar alguna situación pero no habían cables, lo sacó hata el exterior, era una caja metálica de bronce, la abrió y dentro estaba un sobre que decía: Para Daniela Amoretti, entregar por favor, no sabía que sentimiento tenía, recordó que estás letras le eran conocidas y como en una búsqueda de su vida entera ubicó uno de sus cuadernos de sexto grado dónde su padre había escrito de la misma manera Daniela Amoretti, abrió temblorosa el sobre y ya húmedos sus ojos, y sacó una carta que decía en Italiano, idioma que ella manejaba a la perfección, ya que su padre siendo italiano le hablaba solo en este idioma, aunque su lengua materna fuese otra, decía:
Hola hijita, cuando leas esta carta yo estaré muerto... Daniela limpio sus lágrimas que le impedían leer... no se que edad tendrás pero sé que cuando reparen la fuente que tanto te gusta la encontrarán aquí, estos años yo la he mantenido funcionando pero cuando falte dejara de hacerlo. No quiero preocupar a tu madre ni a tí pero tengo un cáncer terminal. Así que me despido de esta manera, ¡no sabes cuánto te amó! Cambiaría mi vida por ver tus ojos azules mirándome mientras tu cabello de oro se mueve con el viento, eres mi razón de vivir y lo único que me llevo de este mundo, tu recuerdo y cuando esté donde Dios le pediré que me deje mirarte de vez en cuando, porque no sé vivir sin ti
Daniela solo pudo decir al concluir la carta: Papà caro anch'io ti amo

Es raro pero entre lágrimas y llantos no sintió tristeza solo abrazo la caja fuertemente y sintió el amor con el que partio su padre

Así es en la vida cristiana, en algún momento de la fuente no brota agua y debemos examinar y descubrir que el Espíritu Santo está ahí para amarnos y recibir ese amor, pero ante todo anhelar y procurar su presencia, si Daniela no hubiese encontrado la caja jamás hubiera sabido el grande amor de su padre

Día 5: Buscar la intimidad con el Espíritu Santo