De tu pronta fortuna

De tu pronta fortuna

Riqueza helada, de sopor y asedio,
turpitud vaga de clamor venablo
rocín de Arte, cual propulsa el viento
omnívoro motor, cual rosa aliento!
Versátil sombra que al oeste imita,
fructífero dolor de pluma beso…
Torcida espuma cabalga artesa,
doblez que irisa fauces, entre brumas…

Sonido de tu voz que al oírte,
escoge de mi albogue su silencio…
Pretil que del arrojo de sus fauces,
comanda el tiempo bruno, y no apacigua…
Verter el lirio, rompiendo su agua,
indómito, melifluo, sumergido,
cual costa que promete cantos diestros
de la perdida sombra que enmudece…

Ápices, no. Torcaces se levantan,
a distinguir océano sin copla
ó verde rambla oscura sin la niebla,
perfecta de morir en cautiverio
ó nace, en estupor su gallardía
por boca y eclosión de algún imperio
ó fuerte sombra más, que algo en la mía…
Su risa es el desmedro de mi pluma…

Heraldo caro ya sin voz avara,
ó por turgencia helada la simiente,
del cuello vespertino a su marea
no sombra, si desliz a oro tapiado,
se va, si en otro estro ha comulgado
la risa leve ocupa el Sol amado…
Vertida sombra sin la noche aquella
donde se viste el beso que querella…

Aleve prontitud si bajo es fondo
de la temprana mesa que ocasiona,
cual leve ruido ampara la Promesa,
de bocas en la miel que ahora detona…
Privada, ya no acérrima, en el viento
ó turpitud, de búsqueda profana,
sonido diferente en la mañana,
de costas, adalid, sin embeleso…

Por cuánto mar se mide en tu cabello
el oro resguardado de mi impronta
que de tu boca presa, mis latidos,
no conjugaran salmos, sin tus labios…
Perduran los momentos dos mañanas,
en que la vieja sombra las desnuda,
y por evocación que la amilana
no tumba ni promete, la malsana…

No triste, no; sin el regreso cauto,
percibe de mi aliento el Sol exhausto…