Boca marina...

Boca marina…

Ágil Náyade de verso desbocado,
cual Partenón, la ciega Rosa
de tu nieve, el sueño enamorado,
álvea sombra de tenor, que goza:
suspiro nacarado en otra gema,
cual otro gallardo ángel, no detente
sonido si más pudiera, si suprema,
albor, relámpago prudente…

Truécase el Sol, desatado por el mar,
en indemne figura de cristal undosa
arribo del plectro nevado, hacia glaciar,
penumbra del sosiego, duerme ociosa…
De tu nieve, la risa, si no hay plectro,
aleve, juiciosa amante, febril cedro,
por el coloquio del mar, del mismo Pedro,
que sobre alas de Sol, nevó su rostro…

Figura erguida de solombra, si de eco
el rostro, el mar impera, si depreco;
ó sola sombra árde, si a oeste, Luna,
aleve rosa hiriera, fragante, ninguna…
Sorda miel, que en otro rostro, sueña
aleve finitud, del arte que blasfema,
de su belleza el arte, en rosas de mi dueña:
compaginada amante, de verso y erotema…

A sola voz, prohíja, su solo imán percata,
la risa a su desmán, ó el élitro escarlata
solombra si de cauce, desune lo frontal:
la nieve de su rosa, es goce elemental,
para blandir, si rosa, en otro efebo atlante,
la voz del sincopante, estrecho va si muro
cadente, pues la sombra, en otro imán perjuro,
rocío de su savia, altiva me levante…

Ó cuál anido penas, en otros mares ciertos,
do entabla más juiciosa, efebo, si la luna,
en otro mar despierto, ó estero sin la sombra,
del otro mar incierto, ó boca que pregona…
De rostro, va, si evade, suspiro cristalino:
en álvea oscura noche, ó verso de su flora,
cadente ruiseñora, de verso va si evade,
suspiro en otras flores, ó verbo, adoradora…

A cuál fortuna herida, si la rosa me imparte:
el arte de mi rosa, es fuego, sombra y arte…