Pimienta molida

poema de Alastor

8 de septiembre

Esta mañana la he pasado bajo mi enorme pimienta, frente a mi casa. En esos momentos me he
sentido libre, como un poeta. Nada escapaba a mi perfección, ¡todo era absorbido y depurado!, y
una armonía fresca y rica se apoderaba de mí. ¡Ni tan siquiera subí a comer hasta llegadas las 4
de la tarde! Esta región no es verdaderamente encantadora. Pero he de admitirlo, existe en ella
cierta belleza, cierto magnetismo, ese magnetismo hogareño. Sin embargo bien no tendría por qué
ser así. Pero lo es. No lejos de mi sombra se perfila un camino usualmente vacío. No lo
frecuento, pues su sola presencia, a lo lejos, bajo mi sombra, es suficiente goce para la
plenitud dorada de mis instantes pegados a la pimienta como su propia savia. A veces me basta con
ver la pimienta desde la puerta de mi casa, a tan solo unos 20 metros de ella, verla como invoca
el campo a su alrededor, la ciudad ribeteada a través de sus hojas, anocheciendo, iluminada como
un fantástico ser de ensueño bailando con todas esas luces acariciadas por el viento a través de
su verde visión. Viéndola vislumbro el sendero vacío, sus laderas desnudas. Resulta el sendero
tan familiar, a mi parecer, por su escasez de árboles. Un mayor número de ellos sobrecargaría la
armonía de esta campiña de gentes apacibles, se perderían los olores de la arena que cubre todo
este espacio donde vivo. Y estas casas, aunque no tan rústicas como la sensación que me domina,
también son en su escasez el deleite y respeto de mis visiones mundanas. Adoro y doy gracias a
Dios cada día por la fortuna de mi tranquilidad. La vida fluye sin mayor sobresalto, así debe
ser. La esquizofrenia cineasta de las grandes ciudades, de los apelotonados vecindarios no rasga
esta serenidad; adoro mis mosquitos, eso es suficiente. Aquí no existen las ficciones de la gente
joven, las gentes de aquí viven, como los olivos, con muy poco, sanos y poderosos en nuestra
sencillez. Nos sentimos vastos, fuertes, útiles para nosotros mismos. Pero lo mejor de todo, lo
fundamental, es salir de casa cada mañana y ver como se expande mi mente a través de los ojos
llenos del verde arena de mi campiña.

15 septiembre

Esta mañana vi a unos hombres bajo la sombra de mi pimienta. No me resultó molesto, al contrario,
sería un idiota. Me produjo cierta satisfacción poder contemplar la serenidad que influye su
sombra y sus raíces en el resto de personas. Me acerqué a ellos, eran 3, y ofrecí unos
cigarrillos. Al saludarlos constaté su estatus de forasteros. No me alteré demasiado. Uno de
ellos agradeció la invitación y suavemente puso uno de mis cigarrillos entre sus labios, por otro
lado casi inexistentes debido a su extrema delgadez. Su cara era ancha, sus ojos obedecían la
potencia solar a través de unas gafas. Gesticulaba suavemente, casi te convencía de cualquier
idea antes de comenzar conversación alguna en la rigidez sencilla y simpática de su rostro. Sus
dos compañeros se alejaron unos metros cuando comenzamos a exhalar humo, aunque no me pareció que
ello les molestase. Me quedé observándolos durante un par de caladas. Mientras tanto mi compañero
de humos comentaba lo apacible de mi hogar, su sana envidia, ensoñando las sensaciones de residir
en este páramo presumiblemente virgen frente a la monstruosidad del mundo postmoderno. Uno de los
dos hombres retirados agitaba extrañamente sus brazos mientras el otro trazaba virtualmente
líneas en el aire. Parecían algo nerviosos, y extraños, muy extraños.

-Mi nombre es Roberto Guardado. Somos de allí enfrente-dijo el hombre con quien fumaba señalando
los edificios lejanos frente a la pimienta.

Le contesté cordialmente, aunque mi curiosidad se inclinaba por sus acompañantes. Él me lo hizo
saber, tranquilizándome, al parecer sabedor de mi rutinario y apacible día a día. Únicamente
venían de visita para respirar un poco de aire fresco. Cuando los otros dos se acercaron su
rostro cambió bruscamente y se marcharon con un escueto ademán de despedida algo desfasado.

Fue extraño. Esa misma mañana mi afición natural por este pueblo se alejó de la sombra pimienta
frente a mi casa, reuniéndose camino arriba por la vereda despoblada, caramelizada de arena
blanca y yeso cristalino. Aquella mañana la pasé arriba, en una colina alta donde se puede ver mi
casa a lo lejos con su tejado amarillento, con la verde pimienta cual esfinge.

23 de septiembre

Hoy bajé a la ciudad. He pasado allí todo el día. Sobre las ocho de la tarde arribé a mi campiña
y pasé junto a la pimienta antes de preparar mi cena, ¡no recuerdo haber decaído jamás con tanta
presteza! Clavado en su madera había un cartel dibujado con acuarela. Constaba de unos adosados
altos y estrechos como los de las luces lejanas. ¿No es increíble lo difícil de mantener cierta
estabilidad y armonía con uno mismo y su entorno, y la facilidad para hacerla tambalear mediante
fuerzas externas a mi propia vida, tan personal e íntima? ¿Quién se han creído que son? Mañana
iré a visitar al concejal.

26 de septiembre

Llevo tres días intentando hablar con el maldito responsable de ese cartel. ¿Por qué nadie da un
paso hacia delante cuando me pronuncio en el ayuntamiento? ¡Exijo explicaciones!, y juro que las
tendré.

15 de Octubre

Empieza a hacer frío en la campiña, no demasiado, pero se agarra en mis huesos, en mis adentros
¡Y vaya si uno es capaz de salir más de lo debido! Realmente no culpo al frío de mi gélida
sensación, de mi mala fortuna y de mis extrañas jaquecas. Más bien se trata de ese estúpido
cartel. Cada vez que salgo al portal he de dar media vuelta y volver a recluirme en mi propia
amargura. ¡Ahí se encuentra, cómo se engrandecen sus demoníacos trazos cuando recién levantado
busco aire fresco y me atropella con sus colores malsanos! Mañana, bien temprano, extirparé el
tumor a mi pimienta. Ya verán... ¡verán ustedes como se regenera su hermosura al instante!

16 de Octubre

Ah, ¡qué día tan fantástico! He invitado a mi colega Adolfo a tomar un café bajo mi pimienta.
"¿No es preciosa Adolfo, no te parece sensacional centinela para tan apacible villa como la
nuestra? ¿Quién podría arrebatárnosla? ¿Cuánto tiempo lleva aquí? Yo siempre la recuerdo; la
sombra tranquilizadora de mis recuerdos, la madre que amamanta mis deseos. ¿No resulta imposible
imaginar su ausencia? ¿Quién sería entonces yo, privado de la alergia ruborizante de esta
criatura de largas y cosquilleantes ramas?, ¿escuchas? ¡Cuánta vida contienen sus entrañas!
Mientras yo viva aquí, bajo todo su amor, no toleraré las aventurillas de ningún gato macilento
en pos de la bienvenida grandilocuente de los ruiseñores que la divinizan.

25 de Octubre

Me sentía confuso mientras almorzaba una tostada y un café. Debido al frío, decidí postrarme
frente al televisor, esperando la información meteorológica. Por un momento me sentí afortunado
de encontrarme para mi sorpresa unas imágenes de esta villa, un pequeño reportaje. ¿Pero por qué
ahora? Horriblemente confuso.
Entonces la volví a ver, esos colores terroríficos. ¡Y vaya si llovió hace un par de días! Pero
cuándo, ¿cuándo volvieron a enajenar al ser que daba abrigo a la serenidad de mis días y mis
años? A la inmovilidad que todo hombre necesita para responder al paso del tiempo, a sus raíces,
a la permanencia mental de toda la naturaleza de la que forma parte. ¿Cuando rasgaron por segunda
vez el abrigo espiritual de mi villa? ¿Cuándo? Entonces lo comprendí, y de nuevo volví a perder
todo mi apetito. Fue ese mismo día, ¿de dónde saldrían esa cámaras, esas voces, y cómo no las vi
venir, ni asentarse? ¡A tan solo unos metros de mi lecho!

27 de Octubre

Ayer no salí de casa en todo el día. Hoy tomé la misma decisión. ¿Qué puedo hacer? ¿Acaso tengo
yo más derecho que cualquiera para decidir quién puede o no asentarse en la campiña? ¡Pues claro!
Si en este lugar reside algún atisbo de magia no es otra cosa que la vocación de mis ancestros y
mis vecinos. ¿Quién podría además de nosotros respetar este lugar? ¿Aquellos quienes enturbian su
cielo y sus calles alquitranadas y desmerecen sus piernas; de manos aceitosas y pulmones
sanguinolentos, de pensamientos febriles, de odio en cada una de las grietas de su amargura?
¿Existe algo por lo que competir en este lugar? ¡No es sitio para ellos! Pero cómo, ¡OH Dios
mío!, cómo hacérselo saber... Jamás hasta ahora he sentido tal frustración... ¡En mi propia
pimienta! ¿Tan pequeño es el mundo? No hay lugar para que a uno lo olviden...

30 de Octubre

No conocí familiar alguno. Pero jamás he sentido esa falta. Supongo que es normal, siendo como es
mi afán de soledad, no digo aislamiento. Todos estos años para normalizar mi vida. ¿Y ahora?
Todos estos años se agrietan, y un rayo de fragilidad ilumina mis suspiros.

No me atrevo a verla. Es mi única familia. ¿Pueden dos personas crear un espíritu con su amor
cuando únicamente son sus cuerpos cuando se aman quienes consiguen engendrar únicamente carne
novísima? No sé si soy un idiota o tal vez alguien sabio. Pero no importa. No puedo creer en
ello. Por otro lado son aleatoriamente los espíritus, allá donde residan, quienes fortalecen sus
lazos entre ellos, superándose mediante este plano vital, ¿acaso importa la forma por la cual
cristalicen en este mundo? La verdadera familia. ¿Azar? La persona que una mañana se levantó y
decidió plantar, nutrir y amar este mi árbol es mi familia. Todos aquellos quienes gozaron a su
amparo.

He tomado la decisión de alejarme unos días de este lugar y recapacitar. El abatimiento profundo
que ondea la bandera del abandono sobre mí me supera notablemente, es algo que jamás sentí y para
eso están los viajes. Para limpiar la mente de innecesarios y torpes pensamientos.

3 de Noviembre

¿Dónde está todo el mundo? He traído conmigo mi vieja guitarra. Me encuentro tranquilo en casa de
unos amigos. Me aprecian y les agrada mi presencia.
Los espíritus de la ciudad son como escritores que abandonaron la pluma pero se negaron a
abandonar su talento. Son un eco sombrío arropado por colores amables sin aroma. ¿Quién podría
soportarlo? No parece existir el respeto en un lugar donde todos aspiran a ser la misma persona.
¿Y estas mujeres? Se agazapan en su justa y respetable promiscuidad, ¿pero cómo pretenden aspirar
al amor cuando niegan el curso natural de un espíritu y no son capaces de conocer el desarrollo
de su propia perpetuación carnal? ¿Cómo pretenden torear con fortuna la precocidad como a un
morlaco de 600 kilos para luego huir desconsoladas y ciegas a los brazos del más iluminado de los
trajes con piernas, brazos, cabeza, bigote, con eso basta..? ¿Y las miradas arbóreas de mi hogar?
¡Increíble! Hay más árboles y jardines que en mi seca campiña. Y sin embargo llevo dos días
sentado bajo una acacia cuyas ramas, temo, caigan sobre mi con la violencia de lo insostenible, o
más bien de lo olvidado y enfermo. ¿Qué sentirá esta gente cuando tras una tediosa jornada de
trabajo recalienten sus fideos picantes y un fotograma fugaz de mi pimienta traspase sus obtusos
deseos?
He de volver a casa. Nunca he tenido la oportunidad de fomentar y desperdigar mi egoísmo como un
pájaro ciego y hambriento.

4 de Noviembre

Dios es la roca más alta, de la montaña más alta de toda la galaxia. ¡Cuántos siglos hacen falta
para que una persona se percate de una de sus órdenes! No puedo esperar la caída de un meteoro
sobre este ataúd de indolencia que anega la sombra de mi pimienta.
Qué importante es la suerte en esta vida. Tan deforme ella... Para algunos la suerte significa
abandono o lejanía, mientras otros esperan siempre el tintineo de su timbre, cualquier miseria
que los despiste en sus rutinas, ávidos de destrucción, de amor digital, y todas esas cosas
incomprensibles bajo el abrigo de mi pimienta. "Algún día llegarán". ¿Existe frase más indicada
que simbolice la decadencia y la fragilidad de la perfección? ¿No es la perfección ese
sentimiento de ignorar el gen moribundo que excitó al poeta para crear el tono sibilino de los
pájaros cada mañana? La perfección es un estado contrario a la sobrecarga. Usted se conforma y
niega sobrecargarse. Planta pimientas sobre tumbas y los muertos sacian su misterioso apetito.
Son recordados, ¡magnífico destello! Son olvidados, conforme crece el tronco sujeto por las venas
delicadas de un cuerpo sin espíritu ¡algo tan bello como mi pimienta! ¿no resulta evidente por su
albor divino vislumbrar entre sus arrugas el trabajo de todos esos espíritus que decidieron
morar en ella, para verdear mis recuerdos más profundos y no evocar viejas angustias? Cuan
trabajoso achicar este resfriado espiritual que me somete ya demasiado tiempo. Tantos
pensamientos, ¿seré yo quien esté perdiéndose algo?

10 de Noviembre

¿Qué afán me impulsa? Nunca imaginé que mi plenitud, mi libertad, cristalizase hondamente en un
sepulcral vacío. Nadie intenta escucharme; bienvenidos sean... Cuando algo no es de
nadie-¡hipócrita ley divina!-al ser de todos resulta mucho más sencillo devastarlo que
mantenerlo. ¿Creen que me equivoco? ¡Miren a su alrededor!

12 de Noviembre

El polvo, un polvo distinto recorre mis recuerdos. Su forma es distinta ahora. Aquí, desde lo
alto de la colina, el camino ya embarrado, ¿Se acercará por ventura una tormenta sureña de Otoño?
¡Así debe ser el afán regenerador de la naturaleza! ¡Ni mi amarillento tejado soy capaz de ver
ahora desde lo alto! El polvo, tan extraño, esquizoide, sonriente... su sonrisa es una gran
lengua babeando la serenidad de toda la villa, una cola peluda golpeando los viejos muros de esta
viva, ¡moribunda felicidad!

20 de Noviembre

Atrás quedan interminables días de aplomo y enfermiza impotencia. Un ruido atroz golpea la paz
silenciosa, tal vez acallada, de mis recuerdos. ¿Calma? ¡Un ruido que enloquece a los pájaros!
Que extermina cada gusano, cada hormiga, todo rastro de lo invisible. No existe el goce natural,
la astucia humana y genuina, el arte regresivo, la atención-el respeto animal... Todo se ha
perdido ya. Esta noche mientras escribo los truenos resuenan, no demasiado lejos, cortinas de
agua, ¡de agua y arena roja! verdaderos titanes casi invisibles, deforman el horizonte y auguran
una descarga fulminante sobre toda nuestra desdicha. Un lucero de esperanza, ¿o tan solo es la
desesperación el espíritu destructor al que se aferra la demencia? Esperanza, roja, esperanza
invisible, cálida y pesada, como un último aliento, falso aliento, ¿y después, si viviese?

21 de Noviembre

¡Y volver a levantarse para envenenarse con el olor de una fosa metálica como la tumba de mi
pimienta desecha como un animal atropellado, huidizo, como una alimaña desorientada! ¿Qué merecen
esos hombres a los que la naturaleza les privó (¡los deshonró!) de cualquier mácula irisada de
sensibilidad? ¿Por qué? ¿Por qué hacen esto? ¿De qué se vengan?

23 de Noviembre

Os mentiría siquiera por esconder mis febriles deseos de venganza. ¡Humillado en mi propia casa!
¿Os parece estúpido? ¿Os parezco un demente? Solo un árbol. Una estructura metálica. Un rayo,
implacable, furioso... Y toda la estupidez que usted pueda imaginar. Toda la inconsciencia,
parásita, capaz de pudrir un cerebro, tal vez un amor, quizás un río, un río de sangre seco,
apenas un hilillo, ¿Qué vidas? ¿Qué vidas?

3 de Diciembre

Y aquí rezo, en un lugar cualquiera, no importa. Un lugar particularmente parecido al anterior. A
tono con mi piel, con mis deseos de observar, de ser observado, de observarme. Aquí y solo aquí
planto una semilla de pimienta y rezo, la rezo en silencio, con mi mente en su interior. No, yo
no estoy preparado, ¡Dios me libre siquiera de imaginarlo!, pero aquel último hombre que defienda
con su solo amor, ¡lo estoy jurando!, a su pimienta, aquel, aquel que tenga la suficiente fuerza
para comprender la insignificancia de un árbol rodeado de gentes sin nariz, los últimos, aquellos
que ya ni tan siquiera respiren, aquellos que (¡Cuántos siglos!) aquellos que hayan olvidado que
existieron seres sin escrúpulos, incautos, insensibles-aun respirando-capaces de destruir un
árbol y el poco amor que lo sostenía, ¡el último poeta silencioso! ¡No lo olvides! ¡Tan solo la
sombra de una pimienta rescataba a uno de tantos hombres de la tiniebla de lo absurdo, lo
homicida y perecedero. ¡Que lo recuerde! ¡Pues el recuerdo de aquel hombre, la fuerza misteriosa
de su recuerdo (¡tan vívidos instantes lo impregnaron!) lo reprimió de la violencia abrasadora,
la misma, que asesinó a su árbol! ¿¡Cómo resulta una vida sencilla, y mínima tan frágil, incluso
más, que una vida de excentricidades, fraudulenta y frívola, donde las gentes, cartas
arriba-¡fríos con una imagen helada, sudorosos con un desnudo ocasional!-, se atreven
(¡insolentes!) a revelarse contra su destino por un deseo fugaz de traspasar con la yema de sus
dedos la delgada línea de la vida!? Qué sucede... ¿Quizás no sea suficiente?

Comentarios & Opiniones

geniodulce2013

Apreciado Alastor ya echaba de menos tus extensos verso buena narrativa lo cautivas , muy interesantes tienes mucho que contar un gusto leerte

Critica: 
Joelfortunato

Alastor : Amplia obra, un excelente mensaje, invita a la reflexión profunda, realizado de forma clara y agradable. Le envío mis saludos y respeto.
He tenido muchos problemas para entrar en la página y enviar y responder mensajes. Sigo leyéndolo.

Critica: 
Alastor

Hola Geniodulce! me alegra volver a recibir tu visita, agradezco como siempre tus palabras y tu apoyo, es bueno saber de tu interes vivo por mis letras. Te envío mis saludos y mi amistad, poetisa.

Critica: 
Alastor

Joel, es bueno que sigamos leyéndonos a pesar de las barreras técnicas. Espero con sinceridad que así siga siéndolo. Sea usted feliz, saludos y amistad reciba.

Critica: