La princesa anarquía

poema de Alastor

Al más puro pesar del viento
Macerando sus mansos pasos
Inmolando el movimiento
En un crepúsculo olvidado

La princesa anarquía
Navega entre los celestes
Ebrios rayos de sol,
Temerosa de cierto Malaquías

Huye, desaforada, desenfadada
Olvidada en el rumor de las olas
Despistada en el pico de un ruiseñor
Huye, con su melena azulada,

A través de sus 1000 pasos
Como sustancias candentes
Arremolinadas sobre furias aromáticas
Y ojos cuyas pupilas se perdieron en el blandir del tiempo.

Cada 7 pasos, ojea la melancolía de las chimeneas
Disfruta de la creciente brisa
Que la seduce con la elocuencia
De la mas informe de las caricias,

Cada 23 pasos gana una ilusión asfixiante
Sus gestiones se desvían hasta cierto ángulo
Insegura como un caracol bajo la niebla
Aún cerca del espectro, cada vez más redondeada.

Cuando alcanza la centena,
Descansa como el viento
Entre las hojas de un chopo
Y el valle la alcanza con su aliento.

Huye, siniestra, dulce, hermosura,
Huye, sencilla y solitaria,
Aprendiendo a perderse,
Húmeda y dulce como la uva,

Prófuga de su propia esperanza
Testaruda, como sus incómodos zapatos
Que son semillas en su bosque
La flauta de sus pasos: piel de arena.

Al alcanzar lo irremediable,
La luz ocupa de una ruina,
La vida, el momento, aquello,
La sangre sobre sus dedos de madera,

El grito de la fortuna, la curiosidad,
La necedad del roedor asustado
Al verla acariciar el lomo del lobo
Y correr donde la pequeñez no ahonda,

Al exprimir el último resplandor
En su yo ultimo sobre la piedra ahogada
Holgada entre las gotas de sus dedos,
El lobo, la espera, orinando sobre una piedra preñada

De recuerdos al cuidado del musgo,
Segura, entre aullidos malditos de razones,
Donde reposa su vestido, su broche,
Que parecía sostenerla, sufriendo de gravedad.

Circular, el viento, la olvida con su vestido
Muerto o sucio, alrededor de los 600
Que la observan, donde un día hubo un camino,
Y ahora empiezan a sangrarle los pechos.

El lobo le muerde las huellas
Arden sus ojos, desnuda en la tiniebla
Bastarda de Feronia, asustada,
Llora en la colina del animal que la precede deseante.

Son 900, cuando dejaron de ser pasos
Y los rumores desembocaron en el fango,
La angosta delicadeza del paso del lobo tuerto
Precisa de ser el límite, que su razón le ha impuesto.

Son mil y un pasos, y tal vez la quería,
Los proféticos sudores de cierto Malaquías
Secando con palabras las lagrimas del alma
Jamás serán suficientes para la princesa Anarquía.

Comentarios & Opiniones

Joelfortunato

Buenas son sus letras, con ágil manejo de alegorías, con un amplio campo expresivo y una pendular semántica blanda y sugestiva, en algún aspecto de colorido elegiaco entretejido armónicamente. Una historia con saudade sublimada poéticamente grata.

Critica: 
Yan

Aplaudo la belleza y realidad de tu versar mi querido Alastor. Me ha gustado mucho. Besos con cariño.

Critica: