Cuídate

Amada mía, no Amanda ni mía, solo querida, anhelada, soñada día con día, noche tras noche, como crítico degustando sabores, y lo cínico de olvidar dolores. A ti, amada mía, cuyo nombre no rima, cuya definición me cuida, cuya sonrisa me anima, y su risa me invita cual Biblia a seguir lo que dicta. A ti, amada mía, a tu voz única, que acompaña la música como el pan acompaña al vino, que se me figura dulce a pesar de no haberla oído cantar. Tengo la expectativa, amada mía, que entenderás que en la vida he hallado cosa parecida, tu forma sencilla de cautivar la mira aun de enemigas que consideraste amigas.

A ti, amada mía, que encierras el concepto del precepto de la belleza con tu tierna y esbelta delicadeza, como guitarra cuyas cuerdas entregan lo agudo y lo grave pero armonizan para hacer arte. A ti, amada mía, que no escatimas en amistades y te muestras amable, como enzima que descompone brotes de pena en fórmulas de fuerza llevadera. A ti, amada mía, cuya empatía sobrepasa mi entendimiento, así como las funciones que estabilizan al universo, con esa misma gravedad que me atrae hacia ti, y sentimientos encontrados que chocan como meteoritos sobre mí. Tengo el deseo, amada mía, de acariciar tu cabello, pues sé que, en el interior de tu pecho, guardas un corazón dispuesto, atento al hombre de sus sueños, y yo, con sumo anhelo, espero poder conocer cada gesto que hagas, cada tristeza que te apaga, cada meta que alcanzas, y cada gozo en tu alma.

A ti, amada mía, que los piropos no me bastan, que me desvío del motivo principal por tu cara, tu rostro con esos ojos que no me ignoran, a ti, mi melodioso poema, te he venido a anunciar, y más que un simple aviso te vengo a advertir con un fin que salvará a mil. A ti, amada mía, te quiero decir que tengas precaución con quien te llena de ilusión, con quien te baje la luna, porque solamente olas elevará y arrasarán con tus esperanzas. A ti, amada mía, te suplico que adquieras capricho para distanciarte del lobo entre corderos, pues este no es lobo normal, sino un cordero con garras de viejo glotón, veterano en rasgar cual oso maduro a personas mejores que él. Tengo por entendido, amada mía, que él es como el carcayú, solitario pero muy buscado, así que jamás caigas con artimañas en su mismo sendero, ya que tú eres capaz de mucho más éxito con tu bondad, tu léxico y tu unidad para con los demás.

A ti, amada mía, que te entrego lo que soy, a ti, amiga mía, te pido reflexionar, y no tan sólo flexionar, que los días están contados, que los reclamos pueden hacer daño, aun si sólo pretendes que se sienten a tu lado, que los amigos son más que un regalo, y que me has sido de infinito agrado. A ti, amada mía, te pido no ser ella, no ser la “wan”, sino ser tan sólo lo que ya eres, mi amada, mi amiga, mi poema, mi guía, mi guardián, mi planeta. A ti, mi canción, te suplico seguir siendo mi ilusión, mi vino, mi guitarra, la que se une a mí, a la que le hago reír, mi inspiración. Tenlo por hecho, amada amiga mía, que mi amor no se lo gana cualquiera, y tú lo usurpaste sin darme cuenta, pero cuídate, en cada ámbito, tu belleza, que sólo existe un planeta Tierra.