Quizás olvidé en algún lugar mi ticket de entrada al paraíso...

Vallas publicitarias me ofrecen esa vida
que no está hecha para mí,
paso por al lado de clubs de golf
en los que si pusiese los pies
tardarían segundos en echarme,
diviso hoteles de cinco estrellas,
restaurantes cuya carta
parece esquisita,
en esos concesionarios los ferraris,
porches,mercedes y demás
están a la vista de todos,
ninguno a mi alcance,
urbanizaciones con seguridad privada,
reservados en discotecas
donde champán de mil pavos la botella
se tira al suelo con insignificancia,
mujeres pijas con un exterior de escándalo
y un interior podrido
que me miran como quien mira una mierda,
una mierda currante y pobre,
un plebeyo más,
sus utensilios
para no ensuciarse las manos,
yates en el puerto,
chalets en primera línea de playa,
quizás sea bonito ser rico...

Salgo de trabajar
y me encuentro todo esto,
incluso donde trabajaba
lo estaba viendo.
Desde las 6 de la mañana en planta,
son las 7 de la tarde,
me esperan 60 km de viaje
para volver a casa,
voy sudado y sucio,
y alrededor todo parece lujo,
algo que nunca he tenido.
Echo un último vistazo al mar,
parece lo único coherente en esta zona,
lo único bello,
cierro los ojos,
la costa queda atrás,
me sé esta carretera de memoria,
mi compañero conduce,
no abro el pico,
solo pienso y me conformo con llegar,
quitarme los zapatos
y ducharme,
solo me pregunto:
¿Por qué?