Finito...
Un puñado de promesas en los bolsillos actúan de lastre
por los senderos de luz del reino de la muerte,
hay algún tipo de brillo dorado en los ojos de los erróneos
que huyeron de las sombras
y sangran en el ostracismo
de sus racimos de incoherencias
maduradas sin esperar
que nadie se moleste en recolectarlas,
siempre es siempre cuando nunca está enclaustrado
por la fuerza invisible
que protege sus alas de los disparos eternos
de las ideas que jamás fueron concebidas...
Estoy tallando palabras en las cenizas que anhela el viento,
estoy perdido en la electricidad salvaje
de las tormentas que me acusan
por ser culpable de la casualidad olvidada,
estoy conforme con los obsequios de la vulgaridad
de la que a veces hago alarde
y me jacto de ser común entre comunes
y la diferencia extorsionada
por los motivos y causas
del macabro laberinto
en el que experimento por inercia y costumbre
de explorarme hasta que la estela de mi vana sencillez
quede sepultada
por los tentáculos incorruptibles del tiempo...
La pequeñez consciente me libera de los sueños
que de tanto ser perseguidos
optaron por dejarse secuestrar,
dejo ráfagas de nada en lo efímero,
es suficiente,
la vanagloria de tanto gigante
no cala en mi piel curtida de miserias,
es hermosa la caída sin precauciones
hacia ninguna verdad,
hacia ningún futuro,
es hermoso el paisaje despreocupado de tristes enigmas...
Entorno a todo fluyo,
desembocaré en lo inerte,
hasta entonces siete guerras por semana
que ni siquiera llegan a alcanzar
el estatus absurdo de ser plasmadas
en el anecdotario de lo estúpido,
saborearé lo intangible
y solo entonces será demasiado tarde...
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