De caos y ceniza

De ese sabor prohibido, con esos roces fortuitos que resultan caóticos y casi infernales;
ese sobresalto de peligro y deseo exacerbado, que tan solo se mantiene porque no puede existir.
Es adictiva la contienda, el malentendido, el juego;
se pretende marcar la piel con manos de hoguera, con labios de fuego y ceniza.
La confusión reina alrededor, y resulta perfecta, adictiva problemática del desastre inminente;
aventura con final evidente, con final en ruinas, porque el infinito atrajo estas energías noblemente resistidas y extremadamente cautivadas, y las condenó a nunca ser.