El cielo se puso pálido otra vez.

Desde que decidiste volver, todo me va más sencillo.
No fácil ni donado, pero ya no camino tan despacio.
Ahora sonrío más y estoy más viva, ¡incluso le saludo a las vecinas!
¿Quién lo diría? bien sabes que odio a las personas desconocidas.
Ahora he retomado el deporte y ya no bebo... bueno, no tanto.
Poco a poco dejo el cigarro y otras cuantas adicciones que retomé con tu partida,
no porque me lo pidieras, si no porque con ellas olvidaba más fácil lo doloroso que era vivir sin ti. Ya no los necesito más.
Ya bailo, y converso, y coqueteo otra vez. Hago bromas sin sentido y escribo sin parar;
no podía porque tú me inspirabas. ¿cómo podía hacerlo si no estabas tú?
Me han dicho que me veo más feliz, ¡y es que lo estoy! a mi vida le has devuelto el color.
Me has regresado lo que era mío, lo que tomaste prestado y al marcharte jamás pensé volverlo a ver,
pero aquí estamos de nuevo a la distancia, y a un mar lo puedo sentir con las palmas.
¡Que feliz me hace escribirte!
y saber que estás para mi. Y yo para ti.
Y corroborar que no me olvidaste y que sí me extrañabas, y también odiar más nuestro orgullo y el ego que nos mantenía distanciadas. Nos destruyó tanto, pero pensándolo bien, no me hizo tanto mal. Me hizo ver que te amaba, y que contrario a dejarlo, cada día lo hacía más.
Volteo al cielo y es más blanquecino que de costumbre, ¡y no sabes lo bien que me hace verlo!
El jardín ya tiene varios matices y le aporta variedad a mi vida; rosas, verdes, azules. Tú eras el agua que me regaba a diario y sin ti no era más que un cactus. Estaba por sobrevivir, y eso al final del día no es vivir.
Gracias por volver y devolverme a mí misma, y devolverme el brazo y la hermana que ya daba por perdida.
El cielo se ha puesto pálido, y no te amo porque sienta que lo haga de nuevo, te amo porque nunca lo he dejado de hacer. Y porque amarte me hace sentir muy bien.