Fragilidad.

Frágil es el hombre
cuando el poder lo mira a los ojos,
cuando la tentación acaricia
sus pensamientos cansados,
y la ambición late como un tambor secreto
en el pecho que ya no encuentra paz.

Oscuro es el camino
donde el bien y el mal se abrazan,
donde el destino juega a los dados
y la moral es apenas un susurro
que nadie quiere escuchar,
pero que aún tiembla en la sombra
como un reflejo de lo que fuimos
y lo que quizá nunca seremos.

La fragilidad se convierte en espejo:
cada decisión, un reflejo roto;
cada deseo, un filo que corta
la memoria y el alma,
recordándonos que incluso en la fortaleza
habita siempre la vulnerabilidad
del hombre frente a sí mismo.