Te quiero solo a ti

Podría haber tenido el sol, en el día más cálido y maravilloso del verano. Podría haber tenido la luna, incluso alguna que otra estrella, en una de esas noches mágicas que sabes que nunca vas a poder olvidar. Podría haber tenido prácticamente todo lo que se hubiera cruzado en el camino, lo posible, lo imposible, lo real, lo imaginario, lo extremadamente difícil, o lo verdaderamente fácil. Podría deja dejarme llevar por la locura, recorrer mil y un rincones disponibles sólo para unos pocos privilegiados. Podría nadar en abundancia, en completa seguridad, en confianza plena y certera. Podría escapar del miedo, de cualquier incómodo temor, de los latidos intermitentes de un quizás, o quizás no, de la incertidumbre y las dudas. Podría tomar la dirección y sentido más simple, accesible y sencillo. Podría embriagarme de estabilidad, agarrarme a lo común, llenarme los bolsillos de serenidad, tan clara y transparente como el agua más pura
Podría haber cambiado el curso de las cosas, ampararme en lo probable, en lo estrictamente evidente, darme media vuelta y olvidar todo lo vivido. Podría poner a un lado lo irracional, hacer callar a la necesidad, acostumbrarme a cerrar la puerta. Podría evitar el dolor, las lágrimas, los momentos en los que el silencio hacía más daño que cualquier otra cosa. Podía refugiarme en cualquier parte, en cualquier lugar impreciso donde, simplemente, hiciera un poco de calor, corriendo en contra del más absoluto frío. Podría dejarte atrás, encerrarte en un capítulo del cual nunca pudieras volver a salir. Podría escribir cientos de libros, improvisar nuevas historias, batallas, victorias y derrotas. Podría tenerlo todo. Pero no quería nada. Te quería sólo a ti.