Vida y razón

Alguna vez escuché, que vida y razón son la misma cosa, que no hay enfrentamiento entre ambas, porque toda razón nace y crece desde la misma vida ¡Qué falacia!

¿No existe acaso nada más opuesto a la vida que la muerte, que la nada; y si así lo es, no es la razón su más íntima aliada?

Me explico, definiendo primeramente vida, como el eterno desplazamiento de los cuerpos, como la magna sinfonía de los astros, la armonía perenne en movimiento, la belleza imperturbable en continuo cambio.

Y si la vida es, en definitiva, la rueda infinita del tiempo, el flujo eterno del espacio ¿qué sería la muerte, qué sería la nada, más que su perfecto contrario?

Muerte, nada y razón son como hermanas, comparten la misma naturaleza: detener el giro de la rueda infinita, suspender el flujo eterno del cambio; son estáticas, inmóviles e inmutables, son creaciones de piedra y de mármol, resistentes al tiempo y al cambio.

¿No son las palabras y las ideas, las construcciones más sólidas y perdurables del hombre y de su genio?

¿No son las palabras inmortales como los dioses del Olimpo, y las ideas inmutables como estatuas de mármol?

Pues, no hay nada tan contrario a la vida, que toda idea, concepto o palabra; construcción incólume y perenne, resistente a la infinita armonía e inefable belleza del perpetuo cambio.