ROJO. En memoria a la luz de García Lorca y en repudia de su cruel asesinato

Ya se escuchan, ahí,
tras las espaldas quebradas,
ya se escuchan, ahí,
tras esas que existen por migajas.

Sean quizás las promesas fúnebres del tiempo,
las que al anuncio de la mariposa
se elevan como medallones
bautizados en sangre
que en el rincón de la caliza
cuelgan en oro
y raras veces en plata.

Sea el alma de los que no dejaron sombra
la carta de despedida,
la que no recuerda,
la que se desliza.

Y bajo los relojes
el carnicero saca brillo
a los pescuezos tímidos,
dejad que caigan,
y vosotros
que ya conocéis la grandeza
de la boca cansada,
dejadme así,
antes de mi muerte,
bajo el almendro dormido
o bajo la bombilla naranja,
bajo la bombilla naranja
o bajo el olivo que se ha vuelto
rojo.