Despertar

Cuando el viento quede inundado
De una cálida mañana
Y nos despierte con un leve soplido
Cerca del oído, acariciando tus labios
Y los visillos a voladas
Revuelvan la habitación
Como pájaros libres que
Se extrañan de los muros de las
Paredes, del difícil despertar.
Me he abierto la camisa,
y dejado al descubierto
Un santuario pequeño pero tan propicio
a un encuentro, como la tenue huella
En un cristal limpio, como las miradas de
Otros que irrumpen sin fuerza, con alivio.
La mañana no es torpe, no es una farándula
Que nos hace olvidar lo que ya sabemos,
Detrás de la ventana el sol o el árbol
Nos recuerdan como algo extremadamente
Pequeño y enigmático, que no sabe vivir,
pero acaricia la vida con tal prontitud
Y deseo que les conmueve, a ellos que no son
de carne y hueso.
En el desorden de la habitación
no hay flores silvestres, ni riachuelos
solo un olor a limón que se esparce como
Un perfume que nos invita a merecer,
A Volver a las sabanas, a extirpar a la mañana
De sus juegos de horas, de su muerte inminente.
Cuando la habitación se cierra
y el ocupante se hace ausente
No queda ni rastro de su ausencia.
Solo el paso de la noche.