La calle

poema de Simona Costa

Oscura como el paladar de un lobo,
con todos sus peligros y sin hermosos ojos que te miren
(aún cuando tan sólo fuere para desearte),
estoy metida en una caja cerrada
como una muñeca que no se vende,
como si mi palidez ofendiera a alguien
y a nadie seduciera; mis pasos se han repetido
hasta el vómito por la acera que olvidaron
todos los huídos a la gran ciudad.
La calle es un arrabal minúsculo
en el espacio más feo y escondido,
como si se hubiera reinventado con el tiempo
y ahora tan sólo sirviera a los gatos de medianoche.
Transito su gravedad, su silencio cargado de mal humor,
me baño en su tristeza cada atardecer:
estoy entrando en ella como devoradora gárgola,
la mujer que atrapa alientos, aires viciados;
me hago a sus colores y todas sus sombras son mías.
Dicen en tono preocupado: "Joanna!
Si la calle ya no existe!"... Yo soy la calle. Y su pasado.
Es sólo pasado lo que abrazo enamorada de nostalgias.
10/05/2013. Joanna Dufromont.
Seudónimo: Simona Costa.