Un tiempo en un relicario de cristal

Recuerdo haber sido una niña y después una mujer
Cuando rompi de una vez el yugo que progenizaba mi alma
Me acuerdo de la mujer de cabellos ennegridos
Un alma centinela que gritaba a todo pulmón
No podía haberla sostenido en su último viaje
Mi madre, del corazón, murió
Fue otra vuelta del ángel metafísico que siempre anida en la cabezera de mi cama junto al ojo turco en azul que simboliza a Silvestre pero mi nombre real dista mucho de eso
Me llaman Brand, porque vine a este mundo atravesando el vientre de mi madre con los ojos abiertos y la sangre coagulada su ser, nací con cabello y mi madre me llamó Brenda por una actriz, pero yo ya me sentía Silvestrana
Es como un saber antiguo que no tiene dudas
Es como si el jardín y yo estuviéramos unidos desde hace años
Que Allah me ayude
Pero, ahora que lo pienso, yo ya era una especie de planta encerrada en su habitación con monstruos y demonios torturandome por más de veinte años, un trauma de un abuso tan grande que jamás podré superar. Lo primero que hice fue dejar atrás, mi niñez pero no mi virginidad porque necesitaba de ella. Me encomende como monja a Dios a los nueve mientras leía la biblia, recuerdo haberme enamorado de las paredes y los cristales de aquel templo estaba tan enamorada de Dios, como ahora, la única diferencia es que ya era adulta cuando pase por tantas religiones y hasta que encontré a Silvestre el día que mi hermano me leyó una oración a la Naturaleza para recuperarme
Ese día ese fatídico y bendecido día supe que me había salvado por las leyes de las flores
Y el Chaman que me bendijo me llamó también salva de las plantas porque ellas me habían protegido y me habían elegido como su Diosa
Incluso, cuando hablo el idioma Argoreano también hablo el Latin y lo sé
Tengo en mi mente mapas, direcciones, datos astrales que me fueron confiados por mi sanador y que eran de los antiguos Aztecas, Mayas e Incas.