Gea

poema de San Brendano

Un color nítido, fluorescente, hermoso como un cristal triste. Ese nombre significaba algo más que un simple apellido. Era el epíteto de una canción que vagaba por la eternidad. Azul, estaba a punto de iniciar un viaje a lo desconocido, hacia un punto donde no había regreso. Donde no podía jamás olvidar quién era Gea y el chamán Reymi. Azul estaba enferma de los riñones y la cabeza, dos flujos oscuros corrían en su líquido articular. Y uno más hacia su imaginación. Era cuestión de tiempo hasta que esa terrible amenaza la matará.

Reymi se sentó y cruzó ambas piernas. Desde que nació su abuela le había dicho que el sería curandero y haría milagros. Su abuela también curaba, pero no era del rango de Reymi. Era una Sacerdotisa, del rango menor, aún no llegaba a ser completamente una milagrera. En cambio, Reymi, había pasado por todos los estados y los éxtasis para llegar a ser chamán. Los tambores, lo ponían en trance y al hacer un trato con los espíritus del bien y del mal, él, obtenía la sanación completa de la persona. Reymi, hablaba con una frase rara, decía todo el tiempo; Hagaio. Azul no detectaba que significaba pero algo le decía que eso significaba «Alma» o pérdida de ella. Decía Reymi, que cuando Azul tenía miedo, su alma se perdía y vagaba por el universo hasta el inframundo donde solo había frío y muerte.

Gea, sólo miró de lejos, la disputa. En realidad, no había nada llamativo en Azul, solo una cosa que no entendía. En sus sueños, había espíritus malignos que la aterraban y le impedían dormir. Eran Klois, una rama más baja de almas psicópatas que se burlaban a través del árbol genealógico maldiciendo su sangre. Estos espíritus no solo la torturaron a ella, sino, a su hermano menor con pesadillas y deseos de muerte. Azul le contó a Reymi, aunque le tenía desconfianza, que nunca se había sentido bien, y siempre estaba muy agotada y ella lo que pensaba es que era por el estudio o el trabajo. Su madre, estaba allí, era una mujer severa pero buena. Había agotado todas las esperanzas de que Azul se recuperará. La había llevado a muchos lugares de sanación, pero ninguno le había funcionado. Hasta que un amigo le dijo, que el chamán Reymi, hacía milagros, que había sanado a su esposa de cáncer terminal. Azul, estaba temerosa. Era una Católica fundida en su religión. Cosas de chamanes e Indios Cherokees, era algo en lo que no quería pensar aún, sabía que esa magia era temible, había oido de esas historias de donde los Indios se vengaban ante una ofensa a la madre Tierra. Pero el Cherokee tenía otros planes, le dijo lo siguiente y Azul, entendió que esa era una senda sin salida.
—Escucha,—habló Reymi sudoroso de invocar a las fuerzas del espíritu de la naturaleza.
—Debes escribir una historia. Te mantendrá a salvo, saber que fuiste curada por la Pachamama.
Azul, dudó, tembló de pies a cabeza, pero se sentía extrañamente bien.—¿Por qué yo? Quiero ser una gran escritora, pero no tengo habilidad con las letras, aunque soy buena en Literatura, no es lo mismo que escribir una historia.
Reymi, hecho una carcajada sonora. Le hacía gracia por alguna razón el esparpajo de Azul y sus ojos del mismo tono hermoso y enigmático. Había curado a miles y jamás se había encontrado con alguien tan temerosa. Porque en realidad, tenía miedo de su religión y el castigo de Dios. Gea, también sonrió. Algo en Azul, era singular, algo en ella, era familiar. Como si la hubiese conocido en otra época. Reymi continuo:—Eres hija del sol, naciste bajo la luna llena. Tus padres son fuertes y tú, eres fuerte. Soportaste a los Klois tú sola, con eso te has ganado mí respeto. Recuerda que no debes salir de mí poder, te daré un tótem que te protejera, es el creador Virakocha, el Dios del fuego y algún día te diré el Porqué. —Asi, Reymi, se retiró de la casa, y dejó a una asustada Azul, sin entender nada.

Gea, le esperaba en el pórtico de su casa, con una sonrisa socarrona. —¿Por qué no le dijiste la verdad, Reymi?
El chamán sonrió, bajó la cabeza respetuoso, y saludo a su Diosa. —Gran Pachamama, aún no está lista para saberlo.
Gea, le guiño un ojo.— y si no es hoy, ¿Cuando? Ella está en peligro, cualquier otro fantasma podría aparecer y confundirla, creo que es fuerte, pero tiene familiares muy apegados a la religión Cristiana Evangélica que odian nuestras prácticas.
—¿A quién te refieres exactamente?
—A los pastores idólatras.
—Ellos y su religión de basura arruinaron nuestra Tierra y a nuestros hermanos.
—He irán por Azul, y tratarán de matar a la próxima heredera de Dios.
—¿Heredera?
—Asi es, ella conserva el espíritu de Yahve en su interior, el Dios del fuego.
—Lo sabía, entonces, también es una semi Diosa.
—Es una parte de él, pero aún tiene miedo.
—¿Y cuando se lo diremos?
—En el próximo eclipse cuando la Muerte llegué a tentarla...
Y Reymi oró en silencio, para pedir ayuda ante las tentaciones de Azul, y se quedó con Gea, rezando.

Azul, escribía todo, cuando él fantasma de Eulalia, la muerte, llegó a tentarla al suicidio.
Azul, sintió el terror y vio como la muerte trataba de matarla. La lanzó al suelo, y puso su pie en su estómago. Le arrancó el alma y se llevó su vida al inframundo, hasta que Azul y su fantasma, rondaron en el edén de los muertos donde Gea, pastoreaba y vio como Azul, perdía la vida, hizo un hechizo e invoco a Reymi de nuevo, Azul yacia dos metros cubierta de sangre y un papel blasonado, era la tela donde ella había diseñado la bandera de Argorea, Un colibrí verde...

Comentarios & Opiniones

El Duque De La Rosa Blanca

Hermosa poesía coral.
Fascinante escrito.. saludos cordiales y muchas bendiciones para ti y tu familia!!!

Critica: 
LuisaGE

Me gusta

Critica: 
San Brendano

Gracias

Critica: 
San Brendano

Bendiciones

Critica: