Belcro

poema de San Brendano

He aquí, mi habito fecundo
En la endrogenesis de Palestina
El cuenco azul, ha dubitado en la angiosperma de Marco Tulio Cicerón
Rayos colmados
Ardores sinosales
El paráclito de Tiresias
Bajo el sonido de:"Carpe Diem"
Oh, infortunata reina del conclave mayor
Oh, alfil terrebundo- sanscrito-almizcle-maldivo-osquemado-bandalico-chameante.
Humus alfabeticus
Oh, alquimia secreta, pasanameria, ganglio oscuro, rojo mosqueta. Sindrome de Aspelgeir
Oh, cansinoma antiquisimo, radiante fulgor obsequiado. Oh, virgen desnuda, coliseo lechoso, en la ubre galáctica. El soponcio de la bandera de Hera, donde la vía lactea, confundio a Hercules. Aristoteles con su (rademecus), solloza en los mas uniforme de los reinos cansinos. Mi profundes, se inclina ante el Totem, la sigla de Loki o la mascara de la locura verde. Tocando la estrella Omega, el Alfa y Erecteion, filtrá por su majestuoso coliseo al rey Pagmelión, súbdito confidente de Helena. Paris, rehuye tras la filial del soliloquio, en la mazmorra del liquen. Oh, Antonietta de Vespulgeir, tu adorata cantonella, en la consigna del infernus, malparaiso, el fenoma del Osobuco y la tragedia de Sofocles o quizás el esperanto de Urano. Son 10.000 millas hacia la estrella vegetal, son 80.000 dominaciones hasta el trono de los querubines y, en la región del mundo cortado, por la reina, la mujer blanca, raquítica y la rosa negra, cuando el germen de la habitación construya al hombre para morir con la mujer. El macho anidará en la curvatura del espécimen. El huevo del cavernícola auscultara al Pampeano. Y la sigla de la paráfrasis dará la lágrima, el elemento tardío, para matar a la oveja blanca.