Carta a un 7 de Diciembre

poema de Sara

Eran esos cantos exaltados que se escuchaban en la esquina hacia una fuerza divina a la que le tenía que agradecer. ¿Pero qué festejo? Si ni a mi madre le canto con tanta fe. No me quejo, te agradezco donde sea que estés, pero prioridades en esta vida debería tener.
Dulces, DULCES A CAMBIO MI GRITO PARTIDO, para endulzarme la vida de una sola vez.
Pero es aquella alegría ajena la que me pone feliz, ver a tanta gente perder el miedo, confiar en sí. Salir a las calles, cantar un rato, agradecerte a vos pero en realidad a ellos por haber llegado lejos y poder seguir.