Recuerdos sollozantes

En las llanuras y en los campos
ellos jamás se encontraron,
y la penumbra de sus manos que
se sentían confundidas y que
al final se apartaron.

Dejaron sus sentimientos a un lado,
las cartas, las rosas, las prendas
y los perfumes con olor a ramos.

Y aquel hombre recordaba
con la ternura de antaño
los días que pasaban bajo
las sábanas todos los años.
Revoloteando como aves debajo
de las estrellas, sorprendidos
por las horas que habían pasado
entre bellezas.

Comprendieron que se precisaban
uno al otro como imanes,
y no pasaban los días sin querer
besarse con afanes,
mordiendo el labio cual lujuria
desarrapada, se sentían sudorosos
y con las prendas arrastradas,
y volando una a una
los dos las arrojaban,
por los aires de la habitación
fuera de sus ostentosas camas.

Pero ello le perturbaba al hombre,
pues solos recuerdos eran,
y las lágrimas le brotaban
y era imposible que no cayeran,
resbalaban por las mejillas
como el oro y el cristal, y era
patética la forma en que se acurrucaba
a llorar,
el llanto era salado y le daba
repulsión en la boca, el sabor a
sodio puro que le astillaba cual rosas.