Ecos

poema de Rodrigo Vega

Vuelan cerezos en tu figura, silueta anodina de rubio amanecer.
El cielo no tiene porque resistir tu brisa. eres mía,
aunque no quepa en mi cuerpo, el aliento para imprimir en el aire esta declaración.
perdona si te robo un minuto, si diluyo un segundo de esos que imprimes en la eternidad;
si trazo mi mirada en el lienzo de tu cuerpo adusto,
y fluyo, sobre las serenas mareas de tu pecho.
Perdóname si te digo mía, y por decirte mía me refiera a ser del todo tuyo,
moverme entre tus cabellos con la simplicidad mecánica de tu reflejo en el espejo.
Y lo siento si te nombro de mi propiedad, si reto al mundo a que te haga un solo rasguño; no sin antes haber vuelto mi cuerpo polvo al defenderte,
y aun después de mi existencia; perdóname si bailo con la muerte para darte vida eterna.

Un eco taciturno, a cada pisada que pintas en el viento.
Para que el mar no bese la punta de tu piel. ni te delinee con un pincel salino.
¿Porque? no lo se... tal ves porque yo quisiera ser, mas que aire, agua... Para sentirte espesamente.
Sin las prisas que acostumbra el oxígeno.

Y recostarme sin tapujos en el borde de tu aliento, cuando tus palabras no dicen nada, pero tu boca lo dice todo.
Y se diluya ese segundo. ..
Pero no te vayas sin antes perdonarme por decirte mía,
y al decirte mía me refiera a ser del todo tuyo,
... Y al decirme todo tuyo quiera decir. Toda la vida.