LA ISLA DE LOS HOMBRES SOLOS

La isla de los hombres solos
>
Percibo apenas débiles ondas del vibrar del yunque, del martillo o del estribo, no lo sé
Son las ondas que chocan y regresan de las cóncavas paredes de tu corazón vacío
Algunas no regresaron con noticias, se diluyeron en lo convexo de tu indiferencia
Fueron mensajes enviados a ritmo de tambores ardientes con las notas de mis más sórdidos deseos, ¡ pero, ya no hay nadie allí¡.
-Hace mucho tiempo que nadie habita allí -, pronunció la boca amarga y venenosa de tu cuerpo. Y continuó: -¡ dicen que por sus solitarios rincones solo deambulan los fantasmas de sus amores frustrados, de amantes fortuitos y pasiones no nacidas, que su dueña se esta quemando en vida en el seol , que está pagando por sus orgasmos fingidos y los corazones ilusionados que su palabra hiedra envolvió con avidez y premura, y que estos que todavía no rompen las fibras que los atan a ella, continuarán errantes, dando vueltas en círculos eternos, sin poder escapar de su gravedad, de la isla de los hombres solos ¡-.
> Aquellas pesadas palabras tragaron de un solo bocado la luz de mis sentimientos más viriles, pierdiéndoles la pista en la espesa bruma de su indiferencia. Hubiese preferido avistar a lo lejos el parpadear del faro de su frialdad, pero fue un golpe en la oscuridad, fue una aversión no declarada, un sufrimiento innecesario, una herida sin profundidad pero llena de la sal de su amnesia.
> Rodolfo Zamora 28 de julio 2014