Pensando

estaba pensando en absorbente silencio,
cuantos de mis amigos son mis hermanos.
no por adolecer de ellos, ni mucho menos,
es que soy tan inexplicablemente descuidado,
que mis neuronas se dispersan y se distraen,
aún cuando discretamente veo su presencia.
tal vez me juzguen de indigno, parco,
poco efusivo, hasta egoísta, por qué no?...
lo cierto es que cuando pasan esos momentos
donde “todos están”,
a pesar de mi estúpida carencia de reconocimiento,
me pregunto:
- por qué mi falta de correspondencia se convierte
en pedante signo de desagradecimiento?
es así entonces que por tanta desidia e indiferencia,
me inclino a los pies de aquellos que se afligen,
que ofrendan una oración, que se ocupan y preocupan, dejándoles las gracias y mis ojos les dededicarán eternamente mis lágrimas.

roberto peiretti