ELASTICA, SORPRENDENTE

Nadie me dijo, entra ahí.
Tampoco la puerta se cerró como
la cueva de Alí Babá.
Filtraba un mínimo hilo de luz y oí ruido conocido.
Curioso abrí la puerta.
Me clavó al suelo el cuadro decadente.
Mi amor, mi compañera, follaba con otro.
No puedo usar otra palabra.
Follaban ardientes, ella sobre él, elástica y
sorprendente se retorcía arrebatada, las manos
estrangulando a su víctima, hablándole al oído,
dominándolo.
Él se dejaba hacer y solo gemía.
El tiempo mide mal estas desgracias y
allí me quedé, como un Nerón sin lira,
palpando el olor espeso, sin piernas para moverme,
sin fuerzas para decir nada.
Cerré la puerta con cuidado y, arrasado, recorrí el
largo pasillo.
En el ascensor desperté y me sentí débil para
enfrentarme a lo que había visto.
Al salir del portal, mi amor llegaba;
su beso fue de lavanda y promesa.
Sin tiempo a buscar palabras, me habló al oído.
Mi hermana está en casa, la habrás visto.
Sí, sí, dije, y me puse a recolocar
los pedazos rotos de mi cuerpo,
el delicioso puzle de mi existencia.
La vida nos asusta en ocasiones,
el tiempo nos restituye lo que nos deben.
Cuento hasta diez y ya está; tras las mascarillas
asusta adivinar cuánto deseo se filtra.