La casa de Frida Kahlo

En la casa de Frida no existe la tristeza,
hay una tranquila alegría en su jardín
ahora que se fueron sus dolores
de santa material trastornada de pasión.

Liberada y prisionera de su cuerpo
Frida pinta y muerde a la vida:
fulgura en lo que toca como el sexo de luz
de una reina Midas generosa y galante
que nunca desfallece.

Al recorrer la estancia,
apenas si recuerdo al esférico Rivera
que gira en torno a Frida;
ella es la mariposa o la flor acrisolada
que se estrella en amantes y tragedias
y sobrevive para mirarnos cara a cara.