Otro día

Era otro día, el sol se había levantado
exhalando a desgana el pálido oro,
regaba cansado todo de amarillo,
ebrio cumplía su obligación eterna;
la primavera, aunque Abril, no respiraba,
la mañana sin duda ya había empezado
y las aves cantaban sin lúcida dicha
a un cielo enfermo de blancas nubes muertas.

Ante este escenario me tocaba salir,
flotaba en el aire una pena chamuscada
y unas chispas sin brillo revoloteaban inquietas
aquellas luciérnagas hubiera dicho estrellas
si no fuera porque a la luz de la mañana
me revelaban que eran solo mis sueños
que obedientes y firmes morían incinerados
al comenzar el día, como todos los días.

Forzoso despertar oscuro
aquel árido día no sabía cómo vivir
pues pensaba en un ángel
en un sueño olvidado,
en el tedio sin ti que duele más que la muerte.
Que los ángeles se parezcan a ti
porque de otro modo no los quiero conocer.

A despecho de mi inexistencia continua
lo único que deseaba ese sórdido día
que bien podría maldecir y llamar amargo
era cantar con soberbia que la trágica imagen
que me había mostrado el mundo hasta entonces
se equiparaba en volumen a tu hermosa integridad
a la larga felicidad de tu conversación,
a la sed insaciable de estar siempre a tu lado,
o la necia comprensión que no puedo tener.
Tu recuerdo es silencio de un frío desolador
que agrava mi desdicha al asumir tu ausencia
pero a su vez repara la falta de sentido
de mi alma adormecida.

Era otro día, el sol casi se había marchado,
se llevaba con desgana todo el pálido oro,
levantaba sin falta hasta el último amarillo,
de su resaca se recuperaba y se iba;
la primavera al parecer, estaba bien muerta
y sin ánimos de ser fantasma.
Nada era feliz y el cielo seguía enfermo
pero en ti había quedado el recuerdo,
la vana esperanza y la alegría traviesa
de pensar en que vale más la vida
porque la belleza contigo es suficiente.

Comentarios & Opiniones

Osler Detourniel

Excelente manera de escribir, un gusto de lectura. Saludos

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