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Te arrancabas pedazos de carne,
henchida de ira.
Tu memoria se difuminó
se fue desgajando.
Caminabas por las noches
con los ojos hundidos por el insomnio.
Pasabas tus días balbuceando:
En esta clínica me dopan
por miedo a que les corte la cabeza
de un tajo limpio y certero.
Anunciabas el fin de la tierra
vestida de mendigo-
Te vi cortando tus lazos con la vida
de todas las formas posibles
y resucitar sólo para repetir el proceso,
por puro masoquismo,
por puro aburrimiento.
Fuiste doble,
fuiste triple.
Iracunda y pacífica.
Hombre, mujer, hermafrodita.
Te perdías en tus creaciones.
Alucinabas día y noche con minotauros,
faunos,
y dríades.
Viajabas al pasado
para mezclarte con saltimbanquis
y farsantes de todo tipo.
Pero esa fue tu infancia.
Un día decidiste
observar tu reflejo,
con los miembros acalambrados
te quedaste inmóvil frente a tu mirada.
Desde ese día, locura,
te ríes por anticipado
de la risa de la muerte.