Mi viaje hacia Arroyito ...

poema de Rafa

Voy viajando, pero viajando de verdad desde la colmada capital, sobre el lecho cómodo de un transporte que va directo a mi ciudad, ya se me cruzo por la cabeza lo bueno que seria tener un sillón tan acogedor como éste en mi casa, pero seguro al llegar lo olvidare. Desde aquí percibo la ciudad y me hace sentir como Dios colgado de las estrellas viendo con llamativos detalles, hasta dando la sensación de poder mover las piezas como si se tratara de una mesa de ajedrez, sin embargo es imposible, tanto como que yo juegue bien a ese estratégico deporte.
Sigo viendo la ciudad, sus colores entre grises y blancos como si estuviese por llover pero queda en el intento, el día pesa tanto como el colectivo en el que viajo, la humedad da su cuota de hermetismo que se siente al respirar, sin embargo, aquí en este sillón acolchonado de color gris con nombres tallados de la empresa de turismo, no se siente ya que el aire acondiciona el lugar con un refrescante suspiro, como la caricia de un niño.
Como era de suponerse unos árboles a la vera del camino tapan mi visión de la capital y ya no veo mas que el verde color de las hojas en primavera que parecen tomar velocidad a medida que se acelera el andar, es inútil que intente colarme por las rendijas para ver mas allá de cinco metros y más aún, con una molestia en mi ojo izquierdo, mas bien en mi parpado, que no me deja de latir, como si alguien hubiese enganchado un hilo a mis pestañas y de vez en cuando tirase con discontinuidad.
Suspiro muy hondo y me es imposible no comparar la situación con la de mis pensamientos de los últimos tiempos, por momentos gloriosos y hasta a veces nostalgiosos, creo ver todo con claridad, mis sueños, mis metas… mi vida, lo que va mas allá de mis ojos y de repente como un telón al finalizar la función se cierra con un llamativo color bordo oscuro y negro, ya no puedo ver más allá de cinco metros, tal vez … menos, la sensación similar a ésta humedad de que el aire frenase y no quisiera ser parte de mi por un tiempo.
El viaje continua y mis precipitadas ganas de ir al baño me negaron una parte del paisaje, mientras alguna ciudad o pueblo queda atrás… en mi recorrido me detengo a ver la increíble postal que me regalan los campos vestidos de distintos tonos de verdes y las nubes dejan pasar algunos rayos del Sol lo que pareciera dividir todo en dos, en este instante ha llegado a mi acariciando mi mano derecha con la cual escribo estas líneas. Imponentes imágenes entre eucaliptos y matorrales se pueden observar.
Me sobresalta un grito, espeluznante y ruidoso, levanto mi mirada algo sorprendido y doy cuenta que a una mujer se le cayó una bandeja de las manos e hizo un desastre, ésta película ya la vi, es una con Tom Hanks, esbozo una sonrisa al darme cuenta que solo fue parte de una ficción.
No hay mucha gente en el transporte, veo varias de esas confortables butacas vacías, por ello es, tal vez, se hace mas sonoro el ronquido de un hombre de unos cuarenta y pico de años que sobrepasan claramente el volumen de la película.
Así, de la nada, me ataca como con un golpe, el hambre, ésta empresa de ómnibus tiene la particularidad, aparte de los asientos, regalarle a los pasajeros unas galletitas, que en realidad son dos, de color amarillento con un corazón de dulce de membrillo, si bien no es mi favorito, me salvo el momento y las disfrute como si me hubieran servido el plato mas caro de un restaurant francés, aunque admito que una de ellas me hizo renegar para sacarla del paquete que las cubría.
Ya realizamos mas de la mitad del viaje, cuando venís de la capital y dejas atrás la bella ciudad o pueblo de Rio Primero siempre parece que queda solo un tirón para llegar al hogar.
Debo reconocer que el hombre que roncaba se despertó y ha producido una paz en mis tímpanos como cuando se apaga una computadora vieja y sentís el silencio, el mismo que tampoco es sepulcral ya que los gritos en lengua Inglesa siguen sonando en las distintas pantallas chicas.
Los campos han cambiado su color en este sector a unos cuarenta kilómetros del destino, al menos desde mi ventana derecha, los veo marrones , descuidados, pero metros después vuelve a surgir el verde casi fluorescente con los rayos del sol. Siempre cuando viajo, o casi en todas las oportunidades si no me duermo, suelo ver los cables que tienden de grandes columnas proveyendo electricidad y otros servicios entre ciudades, se transforma como un vaivén, baja y sube, como si fuese siempre el mismo dejando una estela de luz negra; me quedo de niño y es algo que me suele distraer mientras uno espera que el tiempo sea más corto, en su relativo andar, ya estoy más cerca, voy disfrutando y hasta cuatro pájaros que justo observo parecen viajar a la misma velocidad y en la misma dirección… ya no se si quiero llegar tan rápido…
Unos silos descubren sin dudar la riqueza de “nuestras” tierras, mientras puedo ver ahora si, un campo extendido como si fueran diez canchas de fútbol y aun mas, se pierden en el horizonte… desde aquí parece una alfombra perfecta.
Ya estoy cerca de mi destino en este viaje, si hasta puedo percibir el fuerte olor a caramelos que invaden mi querida ciudad. Hoy he viajado junto a vos que estás leyendo estas líneas… No ha sido un viaje mas ….

Comentarios & Opiniones

Joelfortunato

Saludos. Su escrito es interesante, amplio, entretenido, discreto, sensato, instructivo, con lenguaje que permite comprender el mensaje. Grato es leerlo. Reciba mi amistad respetuosa.

Critica: 
María Cruz Pérez Moreno -acnamalas-

Rafa aplausospor tu excelso escrito, he realizado un viaje muy, pero que muy entretenido, ha sido un gran placer el viaje. Gracias.Saludos y pronto espero volver a viajar.

Critica: 
Rafa

Muchas Gracias

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