Gregorio el Depravado

poema de Qetzal Dasein

Me encontré con Gregorio un viernes
Fue el tercer viernes de dicho mes
Oh Gregorio, tus ideas me cautivan
En la deep web, en la cama, en el ropero
Tus ideas inundan mi imaginario local
La lateralidad de nuestras caras

Pasame la posta, pasame la pelota
Gritaban desde lejos las sirenas
Tratando de advertirnos acerca del final
El final que a todos espera tras la habitación
Aquella de la que no se puede salir ni entrar
Es ahí en dónde todo toma forma

Epilepsias en bandeja, bandeja de plata
Gregorio se siente incómodo
Incómodo por él mismo
No puede ocupar el mismo espacio que su cuerpo
No puede formular las construcciones de su ego
No puede… Sin embargo estamos acá.

Antes podíamos creer en algo
Ahora no nos podemos dar ese lujo
El requisito se ha manifestado
Las reglas del juego se quemaron
Ahora de las cenizas nace el deseo
De las cenizas nace el deseo

La pasión que condenó a los reyes
A aquellos personajes de antaño
Que no pertenecían a nuestro círculo
Interno, externo, hermético
Calladito nomás vos te hacés la cabeza
Te convertís en una potencia personal