Perenne se convirtió el cruce de nuestras miradas
sempiterno
cual constante observación de los astros
por parte de Galileo,Newton y Copernico.

El oceáno cósmico encontró remanso
y en su galería instaló al arte
producto de la fusión de dos estrellas
que colisionaron gracias a un preludio
en cuya epígrafe de la acta bautismal
figura el nombre de mirada.

Juntos atestiguamos como un ápice
le dió escenografía a un mural
y al eco fraguado lo consagró;

al grado de memoria perpetua.