Me refugié en la simpatía.

Y me refugié en la simpatía.
Más en la tuya que en la mía.

Éramos dos desconocidos a los que un mundo
Y mucho tiempo separaban.

A los que un sí rotundo
dado con los ojos preciosos de la amistad acercaban.

Frases, sonrisas, nervios de romper el hielo.
En esos momentos en que toque el cielo.
al sentir que no padecías del rechazo.
Ni me lo hacías padecer a mí.

Me entregué en ese momento al regazo
De tu desinteresada amistad.
De tu atención y de tu sí.

Correspondiendo a lo que yo siento verdad.
Me entrego y me entregaré en cariño.
regalando amistad como ese niño.
que aprendió a ser amigo.

Cómo a la empatia que siempre persigo.
Reflejada en ese oasis llamado Ruth.

Bajado de mi perenne cruz
Me quitaste la corona de espinas de mi estigma.
con tu rebosante alegría y luz.

No ha de ser de nada paradigma.
Sino solo estímulo.
Que contigo ya no disimulo.

Aliciente permanente, ave fénix de esa gente.
Adalid de que la humanidad no se ha perdido.

Echado de bondad, que a esta pobre mente que no descansa.
Apacigua , revive , espolea y amansa.

Mucho camino he recorrido
arrastrándome entre la incomprensión.
Y eres vergel, oasis donde saciar
Mi sed de aceptación y amistad.

No hay Ruth, otra realidad.
Nada más de ti quiero esperar.
Ser amigos es para mí ese crucifijo
Sobre mi cama al que cada noche me dirijo.
Pidiendo que conserve este sentimiento
Por los años venideros y no
se pierda en un malentendido momento.