Si mis padres hablaran...

poema de donbuendon

Si mis padres hablaran...
Si por mor de ese misterio que es la vida y la muerte salieran de sus tumbas y un día resucitaran,
haría que las músicas, trompetas y timbales sonaran y al viento lanzaría un repique de campanas,
me tiraría a la calle voceando la noticia para que todo el mundo se enterara,
bendeciría al cielo, a dios, a la estrellas y a todo el que pasara.

Si mis padres hablaran....
Nos sentariamos tranquilamente frente al fuego de la cocina castellana,
como en los viejos tiempos, en la mesa camilla con brasero, la gatita Casilda compañía haciéndonos, acurrucada
junto al fogón al calor de la brasa, las morcillas, los chorizos, el pernil, la matanza colgada
para que se orease a nuestra espalda. Les haria mil y una preguntas hasta llegar al alba.

Si mis padres hablaran...
Les pediría que hicieran un esfuerzo y por favor me recordaran
todas aquellas intensas vivencias de mi existencia ahora casi olvidadas:
cómo fuí recibido en ese hogar después de cuatro intentos y ver que que una niña no llegaba,
mis primeros pasos, mi llegada a la escuela, ¡oh, la escuela del pueblo en mi retina amada!,
mis magníficos maestros don Victor, don Aniano...¡me invade la nostalgia!

Les haría una retaila de preguntas que nunca terminaran
acerca de mi padre de quien casi no guardo mas recuerdos que cuando me pedía con cariño que la espalda le rascara,
sus interminables viajes en pleno invierno a comprar corderos en su vieja bicicleta a los pueblos de alrededor de Aranda,
la ilusión que me hacían los juguetes que el mismo con sus manos en el taller, la peonza, los inques, la carraca, me fabricaba,
su imagen de persona buena y noble que tenía, que pude contrastar por lo reconocido que era en la comarca.
¿por qué se fue tan pronto sin tan siquiera pararse a pensar que a su mujer con cuatro hijos le dejaba?.

Muchas otras curiosidades ahora anidan en mi alma.
Cómo vivieron los primeros momentos de su vida de casados, sus ilusiones, sus anhelos, sus sueños, su amor, sus esperanzas,
su vida recoleta en esas frias noches de invierno en ese pueblecito de Castilla la llana,
cómo fué recibida la noticia de la llegada pausada al mundo, uno a uno, de mis hermanos mayores a ese hogar y cómo fue anunciada.
De tantos y tantos hechos como el de mi primera comunión, ya no recuerdo nada.

¡Cómo me gustaría poder volver a revivir multitud de sensaciones de mi infancia!
El vago recuerdo de la música alegre en fiestas y el baile en la plaza al ritmo de los gaiteros y dulzainas,
o la ansiedad por terminar las clases en la escuela para correr con mis amigos a jugar a policias y ladrones o a moros y cristianos en la plaza,
los aromas del campo en el otoño, a espliego, tomillo y mejorana,
el intenso olor húmedo de los pinos la tamuja y la escarcha en el monte al comenzar de la mañana,
el trigo, el maiz, la cebada, el centeno, la siega, la vielda, la trilla en las eras, la vendimia y la ilusión por ir a la rebusca por las cuatro perras gordas que mi padre me daba,
el jarro de vino en las bodegas, la colmena y, sobre todo, el pavor que sentía a subir por la noche a oscuras al desván de la casa.

Querría que ellos me contaran...
la historia de aquel viejo renault en el corral siempre aparcado que un día requisaron en la maldita guerra y que al final nos devolvieron y no andaba,
¿por qué, a sabiendas de que yo para ello no valía y que odiaba, en que trabajara en el campo tanto se empeñaban?
Aún siento con tristeza mi obligación de echar de comer a las ovejas o dar vueltas a la noria con mi burro manolo, como si fuera Sancho Panza
¡cuántos recuerdos ya perdidos, hoy siento una añoranza, me quedo sin palabras...!

Si mis padres hablaran.

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