Clara

poema de Ombligo.

Clara, Clarita
clara-morenita
Clara querida,
déjale libre.

Te alimentas de una miel
que... querida, no es tuya.
Lo sabes, no es tuya.

Te adhieres a mis huesos,
a mis manos, a mis besos,
consumes amor.
Amor mío, suyo,
¿nuestro?

No te conozco pero te comprendo,
te comprendo como un personaje,
como un mito, como un cuento.

Lo que sé de ti
me lo han dicho
sus ojos, sus oídos.
Sus manos ¿acaso?

Eres preciosa. Criatura de otoño,
ninfa de cabellos grifos.
Lúcida, lógica, razonable.
Clara que colma de claridades.

Cuando me habla de ti,
cuando sé que te escribe,
te recelo, te quiero,
te odio, te deseo.

A veces me cruza el pensamiento
de borrarte de su mente,
de su andar, anularte maliciosamente.

Y me miro, y me avergüenzo,
y me sé injusta, y me sé perversa,
dónde está esa que era,
me desconozco, me quiero entera.