Los años de la loba

Soy como una loba
como una loba sedienta que bebe las raíces
de un árbol que ha perdido su sombra.
Y así es la sed de nuestros años.
Como el mar revuelto o la quietud ambigua,
como cada lágrima en el azul del tiempo
convertida en la sal de nuestros cuerpos.
Como el cuarzo hecho arena
en el reloj del delirio inmortal.
Y como si el sosiego perturbara
salimos de nuestra habitación de arcilla
y nos perfumamos de inquietud.
Hemos esperado tanto con los ojos abiertos
y con los recuerdos borrando los sueños,
que ya ha hecho morada en la garganta
el dolor del corazón.
Como aquel que detiene su andar
en vulnerable tierra
allá, más lejos de la lluvia.
Y me pregunto qué es la lluvia
sino el deseo fluvial
que ya no trae rocío a las palabras
y no llega, nunca llega,
por el sólo hecho de desearla.