A un Poeta

I

A ti poeta, que escribes con pluma de fuego,
que labras como cincel sobre la roca
elegantes y perspicaces elegías de otoño;
te escribo hoy... Con la luna por testigo
-O ramera por antonomasia, como dices tú-
te escribo y te digo:

Que la soledad es mi amiga
y el silencio es mi consuelo,
estrellas fugaces son mi guía
y un Dios, tal vez mi alegría...
Pero a veces no basta con sonreír
o fingir estar bien;
se necesita tener, un emocionado corazón.

Hoy estoy triste, por la muerte de lo que amé,
pues partió de mí sin avisarme;
dejándome vacío y sin calor...
Pero tus letras de fuego me emocionan,
y me hacen pensar que estoy muy bien,
y me hacen saber que hay esperanza quizá...

A ti, que las estrellas envidian tu lucidez
y los poetastros tus versos perfectos,
te quiero agradecer...
Por fundirme en un "Verso de Eternidad",
por regalarme un sueño, que siempre quise
y por darle aliento, a la luz que me olvidó.

II

Pasa la vida con elegante gala,
de su mano el tiempo, vuela;
cada día envejecemos,
sin siquiera darnos cuenta.

Estornuda la rosa su fragante esencia,
dulce presencia que al viento va;
plasmada en un verso gallardo, sonoro,
escucha una dama, de hermoso cariz.

Oye la Princesa tu hablar desnudo
de desazones e incongruencias vagas;
de melodioso tono al oído uno,
que silencioso canta, tu versar.

Cabalga el caballero errante y fiero
en los lomos de la eternidad;
de su espada bravía, poesía cuentas,
de su conquista... Un corazón.

Y tus versos convierte en canción
el más longevo o novel cantor;
que en busca de sueños, fantasías
y sones... Tus poemas, encontró.

Arquitecto de sueños desde siempre fuiste;
hilvanaste las ideas con mucha razón,
bañaste las letras con ideales pulcros;
y las despedidas con un adiós.

Pintas la vida con trazos del alma,
a veces grises, a veces luz;
mas sino fuera por el "a veces",
serían de un mismo color.

Pasa la vida con elegante gala
de su mano al tiempo lleva;
a cada paso envejecemos
sin siquiera darnos cuenta.