LA MUERTE
Un enjambre de manos frías nacen
de las paredes de la noche.
Un frío insoportable,
un fuego frío y un camino sin regreso,
un hielo quemante y un viento violento que cae
sobre el cuerpo.
La muerte con su cara gris,
derrama su cortina, su sustancia obscura
sobre los habitantes que se hacen cada vez
más diminutos aguardando la venida
del fantasma.
La muerte aguarda en las esquinas y llega
como un relámpago gris entre los árboles,
como una luz cegadora en las tinieblas,
como un haz sombrío en el desierto,
como una mano que arrebata un ser sin tregua.
La muerte con sus manos,
sin misericordia,
quebranta un reloj en medio de la niebla.
Fabrica un ángel en el cielo,
se lleva con sus alas fijas
un ser a vivir en el aire encendido,
a dormir eternamente en su escondrijo.
La muerte besa las almas,
y nosotros quedamos llorando,
con las manos cruzadas
y la muerte pasa y vuelve,
atraviesa la mañana,
lentamente,
vuelve y vuelve,
la muerte.