Día 1, te recordé.

poema de Lunática

Han pasado cuatro años.
Ni siquiera se como hacer esto. Me es difícil traer a mi un buen recuerdo.
Dolió tanto que ya ni siquiera se lo que es el miedo de volver a estar requebrajada, lastimada, débil rota, muerta.
No con esa intensidad.
Me pregunto.. ¿Cómo estás?
Ya ni en mi sueños apareces, la última vez fue hace unos años. Pero yo no entendía. Y me moleste tanto con vos, porque no entendía que al despertarme ya no estuvieras. No me gusta extrañar, ya lo sabes.
En fin, te vuelvo a escribir porque haa vuelto a mi mente, sin querer. De repente. No puedo controlar mis impulsas ganas de contarte que estoy enojada con vos. Muy enfadada. Ni siquiera aún acepto que no estés. Solo estoy enojada. Maldito cobarde, ¿Cómo has podido dejarme sola?
Maldito
cobarde.
No mereces ni siquiera un segundo de mi tiempo. Farsante y manipulador, no he podido aceptarlo, y estoy enojada.
¿Cómo pudiste arrebatarme el único lugar seguro, cómo pudiste pensar que podía sin vos? Cobarde. Me traicionaste una vez más. Ni siquiera se que porque te he hablado. Es mejor que te quedes dormido, que no aparezcas de noche, ni en el olor a humo de cigarrillo. Ni al final del pasillo oscuro.
Cobarde.
Al volverte a ver , te mirare a los ojos y te gritaré con furia que eres un maldito cobarde. Vos qué hablabas de la pasión como si la hubieras creado. Que hablabas del amor como que si lo hubieras sentido.
Me emboscaste y siempre por atrás, nunca perdiste esa maña. No soportaste ni un poco verme libre, me querías prisionera de vos, de un refugio ¿qué ahora qué?
Se fue con vos y la maldita infamia de tu cobardía. Y lo podría repetir ciento cincuenta mil veces, para que te lo graves en cada pelo que brota de tu piel. Porque te mereces reconocerte, porque no hay otro calificativo que te siente mejor. Y no lo siento, amor. Ya no.
Han pasado cuatro años de que no estás. Y te extraño. Pero ya no te pienso tanto. Y ya no te sueño y ya no te espero. Pero estoy enojada, no me entra la idea de que no estés mañana. No lo acepto.
Tu partida fue mi muerte.
Y mi alma quedó en desdén.
Ya no te espero. Pero cada tanto prendo la luz del pasillo oscuro, e imagino verte. Fumando, esperando mi abrazo.
Han pasado cuatro años, Fransisco. ¿Cómo has podido abandonarme? ¿Cobarde?
Me robaste todo. Me dejaste sin vos.
Me encuentro sola, abandonada. Con una perforación en el pecho. No se han dado cuenta que ya no puedo morir. Y que vos no fuiste más que un mal recuerdo.
Cobarde, me abandonaste.
Cobarde yo por no aceptarte y dejarte descansar en paz.
Cobarde que no tengo el coraje de enfrentarte en el limbo, desafiante y reirme de mi derrota.
Perseguirte con mis celos. E invadirte los sueños, en forma de venganza por interrumpir los mios.
Abandonarme a tus pies una vez mas.
Cobardes somos amor, pero ya no te pienso.
Han pasado cuatro años. Y ya no estás. Solo sos un mal recuerdo, que me atormenta cada tanto en pesadillas. Ni aún yendote me has dejado de matar.
Han pasado cuatro años
Cobarde
Francisco.
Ya no estás.
No te extraño, no te pienso.
Amor, no lo siento.
No te perdono, cobarde.