CARTA DE UN SOLDADO

CARTA DE UN SOLDADO
Hoy desperté, en medio de muerte y miseria. Los cuerpos pútridos se amontonaban a mi alrededor, y entre todo el horror de esta guerra solo tu recuerdo me conforta.
Pensar en tu risa calma, en tus ojos alegres, soñar con tu voz amable, es lo que me mantiene con vida.
Tú sin saberlo, me has dado vida e inmunidad ante esta masacre; pero ¿qué puedo darte yo? Un pobre soldado cuyos ojos contemplan horrores, un desdichado de cuerpo lastimado, de alma corroída, de manos hoscas que te ajarían con solo rozarte.
Mi señora, nada es lo que poseo, ni un ápice de riqueza hay en mi haber; pero sin banalidad alguna yo le ofrezco lo único mío, que es todo mi ser.
Estas manos que de sangre están manchadas, esta alma que hace mucho se perdió y este beso que al viento expiró.
Le ofrezco todo cuanto soy, mi existencia completa, sosténgala en sus manos, haga de ella lo que quiera; pero sobre todo mi señora, le doy mi corazón, lo único puro que conservo yo.
Tal vez muera mañana; pero prometo hoy, que este corazón de soldado, rodeado de pólvora y tesón. La amará hasta su último aliento, su última exhalación.