Así fue.
Y así, sin esperarte, en un perfecto rosado natural, tu sonrisa iluminó el camino.
Y fue así como empezó todo, como un anodino día de trabajo acabó sumergiéndome en el mar de sus ojos, embriagándome del olor de su pelo y convirtiéndome por completo en un adicto a su presencia.
La camilla pesaba kilos, toneladas diría yo, chirriaba, las ruedas rezaban por quedarse en aquel instante donde su mirada se cruzó con la mía, la batería del reloj se agotó queriendo detener el tiempo, el busca entró en modo avión porque sabe que en el cielo no hay cobertura y allí es donde yo me encontraba..
Imaginando cómo ella se sentaba en aquella camilla que manejaba y le robaba un beso de tiempo a esos labios diciéndoles que no quería que ese fuese el último, tan sólo el primero de muchos…
Y así comienza mi nueva historia, con una mirada, con una sonrisa y con la promesa eterna de hacer que esta nunca se apague.
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