ME RETIRO

ME RETIRO
Cuando abrí la página por primera vez, no sabia donde me metía.
Como siempre, creí estar entre gente de bien. Lo confieso, soy un ingenuo.
En el curso de mi vida hube de aceptar la idiosincracia británica:
NO TENEMOS AMIGOS; SOLO INTERESES
Lo que en un principio me causó náuseas, ahora se abre ante mis ojos como un libro:
Los británicos, con su flegma y su arrogancia secular, tenian razón.
Mi propósito era el de publicar algunos de mis escritos a fin de que no se perdieran en la oscuridad de la ignonimia. Mi sorpresa fue recibir algunos comentarios, lo cual agradezco. Igual comenté otros poemas que me gustaron y me llegaron cerca. Otros los miré como gallina que mira sal, porque no entendí ni una sola palabra. Creo que la poesía no es solo rima y frases sin sentido. Creo que debe tener una estructura literaria y, sobre todo, UN MENSAJE.
Sé que mis escritos no son del gusto de todo el mundo, es natural y así lo acepto, como lo hace el resto de los autores.
Pero cuando me adentré mas en este submundo, me di cuenta que, lejos de ser lo que se espera de un círculo literario, no se diferencia en nada de la vida diaria en la calle. Si vamos a la realidad, nadie me conoce ni yo conozco a alguien en esta u otras páginas del internet. Somos todos participantes virtuales sin pasado ni presente ni futuro. Somos todos unos perfectos desconocidos.
Lo que se pudiera esperar sea un refugio intelectual, es en realidad el mismo deplorable mundo de cortesanas y cortesanos de la vida que rige la sociedad palaciega desde la edad media hasta hoy dia.
Si tu me apoyas, yo te apoyo. En caso contrario, te hundo o cuando menos, te ignoro. Vi como proliferaban los halagos, a condición de recibirlos de terceros, de cómo se competía por aparecer en primera línea, el mismo protagonismo de una sociedad decadente.
No dudo que algunos comentarios son auténticos, pero otros parecieran que vinieran en una cinta transportadora que sale de una fábrica de juegos de palabras. Se les envía un comentario halagador a todos, sea su obra del agrado del comentarista o no, con tal de ganar puntos y aparecer todos los dias en primera plana.
Tuve ya que tragar grueso para aceptar toda esta actitud hipócrita, hasta que leí el primer comentario obsceno de un enfermo mental sexómano y sexista (no solamente uno) y de toda la cadena de reacciones en pro y en contra que desató, creando rencillas y peleas que harían revolcarse en la tumba a Cervantes, Goethe, Bello, Miegel, Martí, por nombrar solo algunos de la larga lista de personas de noble prosapia literaria que contribuyeron con su inmortal obra a crear el mundo real de la poesía.
No se ocupen de comentar (a menos que alguien quiera hacerlo a mis espaldas), porque ya no estaré allí para leerlo.
Nuevamente, gracias por molestarse a leer mis humildes escritos y por los comentarios legítimos que me brindaron.