Un nuevo centelleo

Terco y Fiel
a la transpiración
recíproca y beligerante,
oriundo de sus
martirios y tragedias,
aciertos y laureles.

Primitivamente
la mujer pertenecía
a todos los hombres
y el hombre
a todas las mujeres.

¿Quién hizo
del instinto y la ternura
un frío cálculo
de relaciones mercantiles?

¿Quién labró esta cárcel
en la cabeza capaz
de defender su
propia desgracia?

¿Cómo llegamos al miedo
del bailoteo de los cuerpos
inhibidos y desnudos,
cuándo clavamos el primer cartel
sobre un corazón
y gritamos esto es mío?

¡Resentido Social!

Entre la frenética determinación
de esta sociedad
por eternizar la familia medular,
con perro, mujer,
casa, frustración,
propiedad del amor y todo lo demás,
en esa carrera por endeudarse,
permanezco ebrio creyente
de tus incertidumbres,
de tu perplejidad.

¡Nunca etéreo!
¡Jamás inocente!

Complemento de angustias y voluntades.

Existo porque soy
un delirante pernicioso
y recientemente aprendí en revolución
asqueándome de mi mismo
a buscarme sin prudencia.

Ni la pólvora, ni el cáncer
tendrán la última palabra.

Hay que ir al fondo
de esta pesadumbre colectiva,
de este trazarnos juntos
un nuevo centelleo.