Caney

Olía a cigarro recién fumado, la negra maraña de su pelo y un rescoldo de anís percibieron mis papilas en el túnel inmenso y húmedo de su boca; fue la primera noche de esta pasión inicua. Traía la Rumba encima “guaguancó pa’l que sabe”... luego fue que vine a saber que ella es la Rumba, la rumba que siempre sonríe, la que exorciza la tristeza, la que convoca al desparpajo. Entendí entonces que había sido suyo desde mucho antes, desde las noches de salsa tesa en la Nacional, del trance y del tecno en el parque de la noventaitrés, del pogo en los bares de la trece, fui suyo en cada antro en que azoté baldosa.

Ahora, cuando me atrae con sus palmas tendidas hacia mi y sus pezones mirándome desorbitados, cuando me encarcela con su cabellera nocheazabache y agazapada sobre mi me lame, me cabalga “agúzate que te están velando”, yo no más sino cerrar los ojos, morderme los labios y cogerle el paso; ahora entiendo esa adicta atracción la noche de cada viernes “nadie se escapa de la rumba, cualquiera lo lleva hasta la tumba”: La pista atiborrada por el humo, que de lejos dibujaba un pentagrama, los ‘manes’ y las ‘sardinas’ tan bacanos todos como se veían, redimidos por el goce de ‘zapatiarse’ una salsa, un guaguancó, un son, cualquier cosa en compás de tres cuartos y un par de buenos cueros “pa pa pa papá”. Entonces yo ¡Saoco! me zambullía que cualquier segundo es tarde... las fusas de los pitos, rico, duro, contra los tímpanos “... soy viajero que lleva a la espalda su condena...”: Fruko, ese es duro, ‘saltaito’, en la punta ‘el pié, “... sofrito na má...”: ese piano de Mongo, suavecito entrepiernado, con la mano abajito que luego es que sigue el cuadre. Ahh! Ahí era abrir los brazos, sacar pecho, respirármelo todo, hondo, sumergido en ese éxtasis de saberme, de sabernos Uno en ese ‘solle’.

Ahora aquí debajo, dentro tuyo, respirándome profundo el tabaco en tu pelo, mientras tus caderas marcan sobre mi el compás de una salsa lejana “...ahí viene Richie viene virao como bestia, tocando el tumbao...” y luego una descarga de congas y timbal nos recorre el vientre “... eso es un trombón...”, he venido a entender ese llamado ineludible, impostergable a ‘zapatiar’ baldosa, a sumergirme en el marasmo de la noche: Era tu voz gastada, tus senos desorbitados, tu vientre de acordes tesos, convocándome a nuestra unión, nuestra redención en el instante único y eterno: Fanfarria de cobres y cueros.... luego caer, caer, caer, na má.

Comentarios & Opiniones

Lola Amapola

Fantástico.

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