El usurero del tiempo

Hagámoslo amargo
y será menos largo,
que, si el mate es dulce,
el coco es rallado.

Si lo hacemos largo,
será más amargo;
que este polvo dure
menos que el encargo.

Hoy cruzaremos inmensos tejidos;
por rottweilers y dóbermans, perseguidos.
¡Hoy cesaremos de oscilar en el limbo,
y seremos, por fin, dioses del Olimpo!

Hoy cobraremos el cheque en blanco
que nos dio, sin más, el viejo largo
que, envuelto en túnica, remaba el barco.

Hoy romperemos copas mientras brindamos
que nuestra carne alevín, genios, blindamos.
Hoy venderemos nuestras almas al Diablo.

Y nos despedimos del anciano enjuto
sin saber que ya siempre iremos de luto
por ser tan brutos, firmar tratos de lujo.

¡¿Y qué es lo que haremos
ahora que le debemos
al Usurero del Tiempo...?!

La cocaína que asesina a mansalva,
la heroína que nunca a nadie salva,
la piedra que tiran y esconden las manos,
entre otras sustancias, las que ahora tratamos.

Cuando cerremos por fin los ojos
para no volver a abrirlos más,
pasaremos sin pena ni gloria
por los anales de la historia.

Y, si la bombilla te quema los labios,
eso es solo porque está funcionando.
No cuestiones más, solo hay que gozarlo.

Si apretás con firmeza el astrolabio
y ves que las estrellas nos están guiando,
sabrás perfectamente adónde vamos.

Si te asusta remar tu piragua,
saltá a la mía, que está mansa el agua;

la vida es una gymkhana
que, de a poco, nos desgrana

por canales turbios, mágicos;
nosotros somos los rápidos

si osáramos tratar
-de mente tan, tan precarios-
con El Último Sicario,

aquel que no sabe más
por Diablo, sino por viejo;
El Usurero del Tiempo.

¿Pasaremos sin pena ni gloria
por los anales de nuestra propia historia?