¡TU!...MI ESTRELLA AMADA

¡Tú!...Mi estrella amada

¿Por qué dejaste de acariciarme con tu luz serena?
¿Por qué dejaste de ser la protagonista de mis poemas?
¿Por qué tu sonrisa me ha robado la vista?
¿Por qué tu cielo esquiva mis deseos?

Al nacer, mis ojos se posaron sobre este cielo azulado.
Tu inseguridad poseyó a tu vanidad, esa que hacía pensarte única sobre los firmamentos.

¡Desde ese momento anhelaste para ti el brillo que emanaba de mi mirada!
Sobre las nubes escondiste tus intenciones malsanas.

Le mientes alevosamente a mis deseos.
No permites que ningún cuerpo celeste te quité la primicia de devorarles primero y que ese brillo que proyecta mi mirada no te opaque dentro de ninguna galaxia.

Con constantes coqueteos me mantuviste hipnotizado.
Mis ojos fueron adictos de tu cuerpo, adictos al manto de tu ego.

Cuando mis ingenuos suspiros escaparon de mi olfato, ¡te posicionaste sobre mí ser!
al llegar a tu cuerpo para darte mil besos, con desprecio los restregabas sobre tus mentirosos labios engañándolos.

Mi corazón desfallece, su último latido se ofrendan ciegamente al brillo de tu gaseoso cuerpo.
Mis manos se encuentran entumidas por tantos poemas que en tu ausencia te escribo.
Son esas noches donde tu bipolaridad te engrandece menospreciando lo que te recito, ¿es que acaso algún otro poeta te ha cautivado o simplemente tu eternidad aburrida de engalanar a mi bajo cielo se ha ofrecido a cualquier agujero negro?

Miles de temores me abrazan.
Son esos momentos cuando anhelo que tu luz difumine la oscuridad que carcome mi mirada.

Alguien me observa y no eres tu...No eres tú.
Es aquella luna que sonrojada desvía su mirada hacia el infinito.

El aliento del viento acaricia mis plateados mechones, ¡mudos testigos de la eterna espera por mi destino!

El sueño se mantiene fiel a mi esperanza. Esa que al amanecer cede su lugar sin protestar apoyándome ante la solitaria realidad de los días.

Mis ojos cegados por tu egoísmo precariamente intentan observar como ese sol es devorado por el ocaso, ¡dejando decepcionado a un eterno enamorado!
Desesperado extiendo mis brazos.
Ellos sueñan con llevarme volando hacia los cielos, pero solo se queda en intentos ya que mi espalda recuerda que nunca poseerá alas.

¡Tú!...estrella de mi desconsuelo, estrella embustera.
¿En dónde mantienes prisioneros aquellos suspiros?
¿En qué cielo pretenciosa has resurgido?

Segura te encuentras de haber sido la asesina de mi mirada, su único pecado fue observarte y adorarte.

¿Acaso pretendes ser la estrella que únicamente brille?
¿Acaso pretendes que nadie te opaque y que nada ni nadie te robe el titulo de la más brillante?

Temerosa de que la luna difumine la ceguera de mis ojos le exilias con viles embustes,
no te importa que sea la más pequeña de tus hermanas.

¡En la actualidad usurpas su lugar siendo erróneamente la diosa de la inspiración!
Pese a que los latidos de mi corazón los consumiste arbitrariamente, ¡el aun no sucumbe!
Se niega a desfallecer ante esa estrella que siempre le ha mentido.

Pretendes evaporar los precarios suspiros que aun no han emigrado de mi olfato.
Ellos se han quedado resguardando mi añejo anhelo.

Fuiste tú, mi estrella amada, que por causa de tu desmedido ego lastimaste mi mirada;
mirada que ahora extrañas ya que nadie te venera como antaño yo te veneraba.

¡Tú!...estrella decrepita, que ahora emana luz opaca.
La envidia en ti ha sido más grande que el universo, que terminas por consumir a tu propio cuerpo. Ese que alguna vez te hizo ser la afrodita de los cielos.

Estrella amorfa, estrella maliciosa que ni los muertos observan;
estrella que ya no figurara en ningún firmamento de los universos.

¡Tú!...la nunca más amada.
Estrella que algún día sueña con ser pensada con la intensidad que mi pasado te pensaba.
Nunca jamás dentro de mis sueños brillaras como fue en el comienzo de mi nacimiento.
¡Tú!...estrella efímera que ya nunca serás convocada, ni siquiera a causa de mi desesperanza.

Autor: Mario César Palma G.
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