El Otoño en mi Ventanal

El verano se fue
En esta tarde cansina
Llevándose con el
Las últimas golondrinas
Y en mi rustica piel
Clavadas como espinas
Las dudas si regresaran
En mi frente una arruga marcada
Y una pena desvelada
¿Quién sabe si volverán?
Mis amigas grises-azuladas,
A dibujar en mi humilde cielo
Con sus mágicas alas
Y su apacible vuelo
Tu Nombre y mis desvelos
Quimeras y sueños sin consuelo
Para este prisionero
Del polvoriento suelo.

Azotadas por el viento
Cobrizas hojas de tiempo
Comienzan a caer
Sin resentimiento
Para cumplir con su destino
Y su eterno padecer
Pintando los caminos
Para teñir de otoño el paisaje
Con su lluvias de melancolías
Vestida con su gris ropaje
Y su llovizna eterna y fría.
El Otoño tímidamente
Me envuelve con su pesar
Con su voz gastada
Añeja de tanto viajar,
Trayendo un viento ancestral
Con su antiguo acento en el silbar
Polvoriento de tiempos
De su cansino andar
Por desiertos, valles y llanuras
Afilando acantilados con su locura
Descansa su furia loca
En la piel de las lagunas
Canta en los huecos de las rocas
Por las solitarias noches
En las montañas se desboca
Y duerme serenamente
En brazos de la Luna.

Una lluvia de ausencias
Golpea mi viejo ventanal
Al igual que mis ojos casados
De tanto soñar
A través del cristal
Llora mi ventana
Su cristalina pena
Por el vidrio sin alma
Y en la profunda calma
De mi cuarto teñido de sombras
Sin quererlo mi poema te nombra
Prendiéndose fuego mi piel
Y en la habitación
Retumba tu recuerdo Adéle.
En cada pincelada
El otoño me habla de Ti
Y me recuerda tu Mirada
Y al ver que no tengo nada
Prefiero volver a los caminos
El Poeta y Mendigo
Se calza su negro abrigo
Se aleja bajo la lluvia
Como una sombra sin tiempo
Que mece el viento
En la oscuridad de la noche
Arlequín de silencio
Triste Bufón sin vida
De la noche Otoñal
Fantasma sin dueño
Cascabel de silencios
Que mece en viento Otoñal
Bajo la lluvia ancestral.

Mario Anónimo