Cenizas

El fuego consumía
lentamente aquel poema que él le escribió
llegando hasta sus dedos.
No le importó el dolor.
Lo vio consumirse cómo pétalos de rosa
que mata el tiempo;
cual el mismo amor que él tanto le juró.
-Y es que hasta el amor
perece, le dijo antes de irse.
El mío dejó de sentir.
La ceniza se unió
a su piel, junto con el color
carmesí de sus dedos en llama.
No parpadeó, hay dolores
que resultan leves
cuando la decepción
consume el alma.
Extraño, que sus ojos
no llorarán, tampoco,
alzo la vista para verlo abrir la puerta.
Solo sopló con suavidad
las cenizas de sus dedos.
Supo que aquel poema
tenía rato que había muerto.

Canción de Cenizas autoría de la autora. AI

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