Un 22 de septiembre de 1810, Manuel Belgrano
¿Cuál será la performance
de esta tropa que conduzco?
¿Quién sabrá si volveremos?
¿Qué deparará el futuro?
Como a un recluta cualquiera,
sin comerla ni beberla,
lo nombraron comandante,
libertador de otras tierras. .
Le entregaron instrucciones
recién sacadas del horno
para purgar de europeos
ese y aquel territorio.
Aceptó motorizado
por su sino aventurero
que siempre lo cosquilleaba
para el lado de los sueños.
-¡Que cosa rara es la vida:
hoy, se está; mañana, no!-
Le dijo a doscientos soldados
con los que se persignó.
Deja vú de aquel momento,
veinticuatro años atrás,
cuando se embarcó hacia España
a ir a la universidad.
Capitán de un navío
encastrado sobre llanos
juraría que avanzaba y
estaba en el mismo lado.
Si llega a contradecirlo
algún que otro amotinado
es porque es un insensible
a infinitesimales cambios.
Llegó hasta las misiones
y tras dejar sus proclamas
se fue a auxiliar Paraguay,
donde nadie lo llamaba.
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