EL VIAJE

EL VIAJE
El destino marca el viaje
largo o corto
en soledad o en compañía.
No importa que tú entiendas
cuál ha de ser el final
dónde bajarás las escaleras mecánicas
aquellas que te subieron a un vagón
más o menos cómodo.
Un viajero te mira y llora
otro ni te mira ni te ve.
El que tienes enfrente lee
un libro que conoces
del que, incluso, te sabes algún que otro
párrafo.
Tienes sed, pero no te levantas
en busca de agua
aunque, tal vez, deberías intentarlo
por si el gesto te despierta
de este sueño que te inquieta.
No te mueves
tampoco se mueven los otros.
Pasa un revisor que no revisa nada
pero grita algo que nadie entiende y asusta.
Paramos en estaciones imprevistas
donde nos ofertan en cestas de mimbre
una variedad de productos no cultivados
sin semillas, sin que el ser humano
haya doblado el lomo, tales como
vergüenza
valor
constancia
empatía
y una extraña alegría ácida.
Pasan por nuestro lado sin vernos
a fin de cuentas
somos viajeros sin bolsillos.
Quiero bajarme
todos quieren bajarse a empujones
pero asusta tirarse en marcha
por si duele encontrarse de bruces
con la tierra, con las piedras
con las gentes iguales a mí o a ti.
Una figura extraña
la luz emerge de sus ojos
sin saberlo sé que el destino.
Atada de pies y manos asumo mi lugar.
Ya no grito
ya no lucho
me sé vencida y aun así
me preparo bajo su impasible mirada
para descender en la próxima estación
sin despedirme de mis compañeros de viaje
que siguen en lo suyo tanto como yo, en lo mío.
mabel escribano
d.r.
imagen: Andrea D'Alesandro