MONÓLOGO DEL CLAMOR TRISTE
“PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: La noche…”
No,
No,
No,
Esta
Noche
No
Esta noche que el miedo y el dolor
Se regocijen en su maniática ampulosidad
Y que me dejen a tientas de las quimeras
A aherrojarme en este cosmos,
En este húmedo crepúsculo
Esta
Noche
No
Esta noche quiero exaltar una vez mas
A la sonrisa de naranja,
A las tardes de oro madurado,
A los frescos brazos de flor
Y regazo de rosa,
Pero esta vez no será en aquellas notas de serena melancolía
Ni en tintas de gran espesor
Y aunque mi agonía quiere brillar por enésima vez
En túmulo de oro vago,
¡Ah! Como suplicio de pensamiento
En leve golpe de rencor y remordimiento,
Me niego,
Me N - I - E - G - O
A sus diletantes querellas
Pero no en un sentir inexpresivo
U olvido burbujeante de manantial
De Viajes transitorios, de voces aun sobrantes
Ahora, Justo ahora. No quiero mentir,
No puedo decir la verdad,
Hay ecos de belleza hoy cancelados
Mordientes de lujuria y desconsuelo,
Velando mis escombros
Los del pasado, los contemporáneos
No puedo verlo, no puedo tocarlo,
No puedo sentirlo, puedo oírlo
Puedo escuchar algunas palabras,
pero no puedo hacer nada… con las palabras fáciles
Oh! Noche, dulce negror de terciopelo
¿Por qué las cosas están muriendo?
Sólo toma un error
Para engendrar otro,
Subastarlo en la plaza
O canjear con el mejor postor
Y aunque un año queda para mí, solo dos días tengo
¡Oh! Abandonado
¡¿Por qué?!
No estabas allí,
Con mi amor cómplice
De paso vagabundo,
Y empañé la mirada
Para no entristecerme
Al escribir la carta
Breve noche,
Fue breve aquella noche,
Fue breve pero bella,
Todo en su exceso
La luz, la vida, el mar
Las palabras aromatizadas
Y los labios en medio del vals
Y será desde entonces un milagro,
Incognito, sin verlo,
De adjetivos y de adverbios
En el punto maternal
Y si así diéramos las narices
En el absurdo,
Que importa
¡Qué importa!
Después de todo – pero después de todo-
Nos hallaremos en la ostra de la muerte,
Sin sangre rebelde, sin cansancio,
Te digo que estoy solo y que me falta
Cabellera del aire desvelado,
El corrosivo, el malestar
La miel helada que la luna vierte
Sobre tu cintura de azucena
Y No llorarse las mentiras,
Y No alegrarse con la verdad
De evocadas dulzuras,
De perdones bien ganados,
De desazones cognitivos,
Y petulantes urgencias
De palabras prestadas,
Donde no hay cielos,
Donde no hay horizontes,
En cuadros tristes
Con marcos de colores
Y tan solo me pregunto:
¿Dónde se truncó el dolor cuando partiste?
¡Oh! Luciérnaga,
Del campo de miradas rotas,
Clamor bajo el seno breve
Que Yo, mudo, le dije…
…No Sé…
Quizá
Y a lo mejor
“…Así lo deseabas...”
Pero no me conformo con solo
N – E – G – A – R – L – O
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LUMICRADLE
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